Definitivamente se convertirá en un gran chef y compensaría a Kaoru con la mejor carbonada del mundo cuantas veces lo quisiera.

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El tiempo se va a prisas cuando se está concentrado en actividades que satisfacen al máximo, y Kojiro nunca había sido tan feliz estudiando.

La escuela era increíble y en tan solo pocos meses había logrado un avance significativo, sin lugar a dudas este era el poder de estudiar en el lugar ideal.

Kojiro estaba muy contento y orgulloso de sí mismo, por haber tomado la decisión de ir a Italia y el esfuerzo que había invertido en ello, porque definitivamente todo había valido la pena... No fue un error, ¡Todo lo contrario! era lo mejor que podía hacer por él, sus sueños y su futuro.

Por supuesto, aunque ocupado aprendiendo lo que le apasionaba, los días nostálgicos llegaban de vez en cuando... Como en esa tardecita a finales de primavera, en la que tomó su patineta y se fue a dar una vuelta para, al menos intentar, despejar la mente.

Patinó durante más de una hora, siguiendo el viento cálido de la época, y descubrió un parquecito que no había visitado antes. Dentro había mucha gente, unos sentados charlando y otros paseando a sus mascotas, y Kojiro se sintió extremadamente solo. Sí, hizo nuevos amigos y todo eso, pero ninguno se comparaba a su gente en Japón, los extrañaba demasiado.

Siguió adelante, rodeando el gran lago donde los patos blancos nadaban, el pecho apretado de la melancolía deseando simplemente volver a casa así sea por una noche. La compañía de sus padres y hermanos, las risas infaltables en la hora de la comida y luego escabullirse con su mejor amigo a los mejores lugares para patinar. A Kojiro le gustaba patinar, pero más le gustaba hacerlo con Kaoru, a quien tenía a cientos de kilómetros de distancia.

A las veintidós horas el sol comenzó a descender y Kojiro lo admiraba desde una pequeña y solitaria colina. Era bonito, un lindo regalo de parte de la naturaleza, y no dudó en tomar una fotografía que en seguida envió a su otra mitad en Japón.

"Me gustaría que estuvieras aquí" su confesión simplemente se deslizó entre sus dedos.

Lo que no esperó fue recibir una respuesta inmediata... Eran las cinco de la mañana ¡Qué diablos, Kaoru!

"También quisiera estar ahí, contigo" y Kojiro no habría imaginado que tendría tanta franqueza de parte de Kaoru.

Su corazón se agitó, el cariño mezclado con la melancolía, y suspiró profundamente ¿Cómo sería Kaoru en Italia? seguramente probaría un montón de comida, visitaría otro montón de museos y sitios ricos en historia y cultura... Y Kojiro simplemente disfrutaría verlo así de feliz y libre.

"Ven pronto" tecleó esta vez Kojiro en una inocente súplica.

"Es una promesa"

Kojiro pudo escuchar la voz de Kaoru, profunda y seria, al leer sus palabras.

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¡Llegó el 7 de julio!

A Kojiro le encantaba celebrar su cumpleaños, y aunque ese año cayó un día jueves sus compañeros no lo pasaron por alto haciéndolo sentir bien con sus atenciones desde temprano. Sí que era una bonita experiencia celebrar ese día especial rodeado de culturas diferentes.

Y aunque extrañaba a su gente, por supuesto, Kojiro la estaba pasando bien... Solo faltaba una cosa más.

—Kojiro, me parece que te buscan.

Lejos de casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora