Ella perrea sola

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Débora hizo el amago de sacarse el suéter para entregárselo, pero él jaló la tela hacia abajo.

—Y déjate la vaina esa puesta, por amor a la decencia.

Sin decir más, él abrió la puerta, el bullicio de la música y la multitud quedó un momento a la intemperie hasta que ésta volvió a cerrarse.

Débora se aproximó al cesto de basura más cercano y botó la porquería esa que se hacía llamar suéter.

Al entrar, se encontró con una oscuridad absoluta, solo flashes de luces de neon delineaban las siluetas de todos. Le tomaría un buen rato encontrar a sus amigas entre tanta gente. En el camino se encontró a Gabriel, él se sumó a la búsqueda para reunir al grupo del liceo.

—Yo sabía que estabas buena, pero el uniforme siempre esconde algo —elogió Gabriel a sus espaldas—. Tremendo culo vale. Siéntate en mi cara, porfa.

Débora se habría indignado de no ser porque ya sabía que Gabriel era así de sutil con todo, y también sabía que en realidad él no estaba interesado en ella, solo en su amistad y en copiar sus impecables apuntes en las materias numéricas.

—¿Ese que está allá no es el novio de Nata? —Gabriel señaló una especie de escenario pequeño, donde estaba montado Brayan con su gorra blanca para atrás y en micrófono en la mano, hablando con el DJ.

—Sí, vamos.

Cuando llegaron, Brayan no los distinguió entre el gentío, pero Natalia, que estaba un lado de la tarima, sonrió al verlos. Brayan probó el micrófono y llamó la atención de todos los presentes, Débora solo rogó al cielo no tener que pasar pena ajena por lo que estuviese a punto de suceder.

—Hoy cumplo tres semanas de relación con mi hermosa novia. No puedo creer que todo haiga empezado porque fue para la bodega de mi casa a pedir fiado y como mi mamá no estaba, aproveché y le regalé las cosas a esa chama tan bella.

«Este también dice haiga. Tierra trágame y escúpeme en Madrid, ya no puedo más»

—Mi reina, me tienes loquito —Brayan siguió su discurso, extendiendo una mano hacia Natalia para que se pusiera frente a él en la tarima—. Gracias por estas tres semanas de felicidad, te amo, tóxica. Quiero dedicarte esta canción. ¡Suéltale DJ!

Por las cornetas empezó a sonar una melodía suave mezclada con susurros y acordes de una guitarra, luego empezó el trap, como era de esperarse de alguien como Brayan.

El novio de Natalia se llevó el micrófono a los labios y empezó a cantar. Por lo menos no desafinaba.

Ella es la niña del barriooo, yo la veo pasar a diarioooo. ¡Y te juro que le compraría el mundo si yo fuera millonarioooooo! Ella tiene un flow muy carooo, sé que se han estrellado variooos. Pero no puedo dejar pasar la oportunidad de intentarlo.

Bárbara encontró a Gabriel y a Débora en la orilla del escenario y se acercó a ellos.

—Si no es así, no quiero nada —dijo apenas llegó, señalando con la boca a Natalia que sonreía como una boba mientras Brayan le cantaba cerquita del rostro.

—Sí. Los regalos grandísimos están sobrevalorados —opinó Gabriel—. El verdadero detallazo es que te dedique una de Neutro en plena Sexy Candy. ¿Qué te pasó en la cara?

Bárbara lo ignoró para concentrarse en la rola que le dedicaban a su amiga, ya iba como por la mitad.

Lo que me gusta es que te buscas lo tuyo, para que no vengan ningún hombre a pisotear tu orgullo. Y que no te interesan las criticas, ni los murmullos. Baby, solamente dime quién te toca y lo destruyo.

Bajo la misma arepaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt