Suspiró y miró sus opciones. Esta vez se decidió por una mezcla de manzanilla y arrancó una generosa cantidad de las cabezas de las flores rosas y las puso en dos pequeñas bolsas semi-permeables, junto con ramitas de menta. El aroma era suave y encantador, le recordaba a los campos verdes y extensos y a las flores que bailan con el viento en una fría mañana de invierno. La tetera empezó a silbar cuando el agua alcanzó su punto de ebullición, y Val oyó el crujido de las sábanas detrás de ella cuando Rowan empezó a despertarse. Vertió el agua en las pequeñas tazas de porcelana que Rowan había adquirido en Naboo hacía tres años; era lo primero que Rowan había comprado después de convertirse en pirata, lo que a Val le pareció irónico.

Llevó las dos tazas a la pequeña mesita de noche que había junto a Rowan y las colocó junto a una orquídea en maceta –la flor favorita de Rowan– y se volvió para coger una silla para ella. Rowan se quitó el sueño de los ojos y se volvió hacia ella. Era sin duda la persona más hermosa que Val había visto nunca. Sus manos oscuras alcanzaron la taza de té y Val quedó hipnotizada una vez más por su gracia, la quietud de sus dedos, la fluidez de sus movimientos era como la de un cisne deslizándose por el agua, con tanta ligereza que ni siquiera se sabía si estaba tocando la superficie. Rowan se sentó. Incluso sentada, era alta, más alta que Val. Sonrió con satisfacción y bebió un sorbo. Siempre estaba sonriendo por una u otra razón. Encontrar un motivo para sonreír no es difícil, decía a menudo, solamente hay que mirar.

Val era escéptica, pero lo había intentado en secreto. Todos los recuerdos felices que tenía estaban demasiado desvanecidos para parecer reales, como si una capa de polvo los cubriera, y no podía apartarlos. La piratería le había proporcionado libertad y aventura, pero rara vez felicidad, que una vez pensó que serían lo mismo. Tal vez Val no podía encontrar la belleza en el mundo como lo hacía su amiga, tal vez simplemente no estaba en su naturaleza. Rowan se habría reído de ella por esa forma de creer. Se habría reído y la habría hecho aprender que la naturaleza cambia. Si no te gusta el lugar en el que estás plantado, arráncate y encuentra un lugar nuevo. En alguna parte, el sol brilla y la brisa del mar te llama. El crecimiento no se produce sin el cambio. Estate dispuesto a cambiar.

Había pensado en Rowan y en sus manos de jardinera y en todo lo que había comprometido para mantenerlas; su pecho se calentó, una sonrisa se abrió paso en sus labios. Y ahí estaba su verdadera belleza, aquella de la que se enorgullecía: su bondad. Era capaz de invocar un amor en los demás que no podían encontrar en sí mismos. Rowan había visto lo peor que esta galaxia podía ofrecer, pero sobrevivió, siendo todavía suave, gentil y cariñosa. Era lo único que Val se permitía envidiar. Val sufrió y se convirtió en algo parecido a un monstruo. Rowan había sufrido y se había convertido en algo más, había crecido más allá, a pesar de ello.

Se convirtió en una pirata y, de alguna manera, siguió teniendo buen corazón. Era un equilibrio que Val nunca había podido alcanzar.

Había habido noches oscuras, en las que Val se había sentado sola en las heces del barco y se había sentido vacía, consumiendo la nada. Noches en las que se había paseado frente a un panel de la esclusa y se había preguntado. Noches en las que miraba fijamente sus espadas e imaginaba cómo se sentía la muerte que tan a menudo infligía a los demás. Rowan la había encontrado cada una de esas noches, sin falta, sin juzgarla. En la cubierta de las estrellas o en la oscuridad del barco, la encontraba, la envolvía en su calor y le decía en silencio que la vida era algo más que su pasado, que este barco, que su culpa. No habría sobrevivido sin Rowan. Era sólo unos pocos años mayor, pero muy sabia de una manera que Val nunca podría esperar.

Un golpecito en la pierna la sacó de sus pensamientos. Levantó la vista y vio que Rowan quería su atención.

— Llegas temprano —, le indicó con las manos. El té y las charlas se habían convertido en una tradición para ellas; desde que Rowan se había dado cuenta de que tanto a ella como a Val les gustaba el té, pero que Val era infinitamente mejor preparándolo.

AT WORLD'S END (anakin skywalker) / o.hWhere stories live. Discover now