Eso dejó una huella en Damian, el ver que ahora ya no tenía esa losa que se habia impuesto de complacer a otra persona, o para tratar de igualar a alguien mas.

Eso lo dejó pensando, en lo que Anya se despedía de sus padres, que por ese lado era libre.

Y tanto se sumió en sus pensamientos que para cuando se dio cuenta Anya lo había casi arrastrado al interior del camión, siento para el su primera experiencia en la vida en esta clase de vehículos comunitarios:

"No puede ser, no puede ser, no puede ser... ¡¿UN DESMOND EN UN PLEBEBUS?...! Digo ¡¿YO EN UN PLEBEBUS?! ¿Qué tal si hay pulgas, o ratas, o cucarachas...?"

-Segundo... el camión está limpio. No tengas miedo... Además, todos te ven, mejor toma asiento.

Oh cierto.

Quizás ya no tenía dentro de si el orgullo familiar, pero si el personal, y decidió tomar junto con Anya el primer asiento cercano que había a donde estaban parados, para que ya no pasara mas vergüenza del que ya sentía por estar en este vehículo.

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Una vez llegando a Eden, se tenían que bajar del autobús obviamente, y Damian quisiera tener ya la capa de escolar imperial, no para presumir de sus logros, sino para esconder su rostro en esta y que nadie los viera.

Anya, al leer su mente y captar la razón de su conflicto interno, lo toma de la mano y casi que lo arrastra fuera del vehículo.

Damian ya no sabia si estaba rojo de la vergüenza porque lo hayan visto llegando en el camión de Eden o por el contacto de la mano.

-¡Anya!

Y hablando de seguir avergonzado...

-¡Hola Becky!

-Así que ustedes están tratando de hacer humilde a Desmond y lograron que se viniera en el camión de Eden...- dijo la chica de coletas en un tono venenoso.

-Deberías subirte alguna vez, Blackbell.

-Ja, mi familia no ha caído en desgracia- responde Becky en tono de diva.

-¿Y las armas que le robaron a tu familia en el O-Day?

-Esa fue la gente mala, y ya no están...

-Becky, no digas eso- Anya la interrumpe -recuerda lo de la llamada, no herir a Segundo...- le susurra para que este no oiga.

A pesar de esto, Damian sentía que quizás algunas palabras de Becky podían ser hirientes, e incluso alguna vez a propósito, aunque no se lo propusiera.

Pero recordando las reglas de la otra vez, y la peculiar conversación que durante estas tuvieron padre e hija, tuvo una idea, decidió usar una carta, como respuesta de contraataque:

-Al menos no soy un intento de gato rompehogares.

Becky abre la boca al escuchar esa frase, y procede a mirar directamente a quien podía haberle dicho eso:

-¡Le dijiste, Anya!

-Tuve que hacerlo.

-¡Era un secreto de mejores amigas!

-Que andes tratando de provocar el divorcio de Pa y Ma no es secreto en la casa... aunque Ma no te considera peligro alguno.

Y al ver que eso se convertía en conversación de chicas, Damian iba alejándose, sintiéndose algo excluido, hasta que...

-¡Jefe!

Una exclamación al unisono lo hace voltear.

Ewen y Emile venían corriendo a saludarlo y mostrar que son leales con el a pesar de lo ocurrido recientemente.

Una familia de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora