TWO

12 3 0
                                    

Renjun despertó enredado entre sábanas, pero el vulto a su lado no estaba, Jaemin había salido de la cama. Se levantó, tallando sus ojos, y fue al baño a arreglarse y hacer sus necesidades. Al salir, se dirigió a la sala en busca de Jaemin, pero este no se encontraba, sólo había una nota que decía "Tuve que ir a la universidad, te dejé una copia se la llave. Cierra la puerta luego de salir y deja la llave bajo el tapete, espero que te vaya bien.". Su ropa estaba doblada perfectamente, sobre el sofá, y sus zapatos lustrados y secos. Los acarició, fueron el último regalo del hombre por quien se arriesgó a perder todo, Qián Kun. Aquel hombre era guapo, y parecía tan amable y dulce, pero pronto supo que sólo lo usó para satisfacer sus deseos frustrados tras un matrimonio infeliz y falso. Aquello lo destrozó, sobre todo porque Kun desmintió todo y sus padres no le dieron el beneficio de la duda, simplemente todos le creyeron al mayor. Exceptuando a Chenle, el menor siempre le creyó a él.

Salió del lugar llevando en mano la maleta, había lavado la ropa que Jaemin le prestó y se colocó algunas prendas de las que llevaba. Fue a casa de Chittaphon, pero el mayor lo rechazó de inmediato, debió saberlo ya que este era muy amigo de Kun. Intentó con Dejun y Kunhang, pero ninguno de los dos estuvo dispuesto a permitirle quedarse, sus padres no querían verlo. Y Sicheng había salido de viaje. El último en quien pudo pensar fue YangYang, pero le preocupaba que debido a Dejun, no quisiera recibirlo. Supo que sus padres no estaban en casa, pero el menor mantenía una relación secreta con Dejun y quizá el mayor pudiera haberle advertido que no lo recibiera. Golpeó la puerta del peli-negro, esperándo con ansias que dijera que sí, al menos por esa noche. YangYang abrió.

— ¡Renjun! Que bueno verte, te he estado buscándo como loco y no he podido contactarte. Tus padres dijeron que se habían deshecho de su problema y me asusté por ti. — Dijo el menor, dándole un abrazo.

— Lo siento, olvidé mi teléfono en casa de mis padres y me quedé en... En casa de un conocido. — No iba a decirle la verdad, sentía vergüenza de ello. — Pero vengo por eso... Necesito quedarme contigo, no he hallado a dónde ir aún.

— Me encantaría decirte que sí, pero mis padres vuelven en la noche, no tengo realmente dónde esconderte. — Dijo YangYang, haciendo un puchero. — Duele decirte que no, pero mis padres no quieren... Yo conozco la verdad, pero ellos me prohibieron decir algo y me llamaron mentiroso, calumniador y destructor de reputaciones. Están locos.

— Lo entiendo... Pero descuida, ya encontraré a dónde ir. — Sonrió, queriendo ocultar lo que realmente sucedía, que estaba solo y no tenía a dónde ir a parar. — Debo irme Yanggie, necesito seguir buscando.

— ¿Al menos has desayunado? — Cuestionó YangYang, pero Renjun sólo asintió, aunque fuera otra de las muchas mentiras que dijo en el día.

Siguió su camino, derramando lágrimas de molestia, no podía setirse más miserable. Estaba solo, ninguno de sus amigos podía tenerlo por culpa de sus padres, no sabía realmente qué podía hacer. Apenas tenía un poco de dinero, le alcanzaba para una botella de soju o quizá un pequeño aperitivo... Prefirió la botella de soju. La compró, para seguir en su busqueda de obtener al menos un refugio gratis de una sola noche. Sabía de esos lugares, pero le aterraba, había demasiados aprovechados por todas partes. Quizá sería más seguro dormir en un parque, la gente recorría las calles hasta tarde y otros se levantaban a trabajar, sería menos factible que algo le sucediera. Suspiró, estaba derrotado, no podía volver con sus padres, lo rechazarían de inmediato. Se sentó en una banca en el parque, bebiendo de su botella, aún le quedaban muchas horas para que anocheciera.

El tiempo pasó más rápido de lo que esperaba, o quizá ese era el efecto del soju recorriendo sus venas. No estaba del todo sobrio, pero aún distinguía algunas cosas a su alrededor. El sol se estaba poniendo, no tenía idea de cómo es que de ser las diez de la mañana, había pasado a ver un atardecer frente a él, la mágia del alcohol. Arrastró sus pies, recorriendo las calles y los locales del lugar. Sonreía sin razón, maldecía bajo para sí mismo, parecía loco, pero la botella de soju en su mano lo delataba. Iba tan tranquilo, por primera vez en mucho tiempo sentía tranquilidad y que olvidaba sus problemas, hasta que recibió un buen golpe en la cara por una puerta. Cayó instantaneamente al suelo, pues debido a la borrachera no estaba muy firme.

𝕒𝕟𝕘𝕖𝕝 ; 𝕣𝕖𝕟𝕞𝕚𝕟Where stories live. Discover now