Estamos en el infierno

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ALLISON



Me desperté con un dolor de cabeza horrible, me levante y mire a mi alrededor y al ver que no era mi habitación, sino que era una habitación oscura y sin ninguna ventana ni luz me altere.

No recordaba absolutamente casi nada de lo que pasó ayer y menos de en donde estoy, empecé a caminar lentamente, ya que todos estaba oscuro y no podría ver nada. Busque algún hueco o alguna puerta, pero no encontré nada... al sentir una cerradura la empecé a intentar abrirla, pero estaba con seguro.

—¡Ayuda!—empecé a gritar para que alguien me escuche.

—¡Ayuda, No sé por qué me tienen a mí si no les voy a servir de nada!—volví a alzar la voz, pero no se escuchaba nada más que mis gritos.

Al pasar un rato mis ojos se acostumbraron un poco más a la oscuridad y no era que viera bien, pero podría ver un poco.

Este lugar se siente como estar dentro de un cuadrado oscuro sin ventana y sin luz.

Me senté en la esquina y recosté mi cabeza en las rosillas, al escuchar el ruido de unas llaves me levanté rápidamente.

—¡Quien mierda eres!—pregunte.

La puerta se abrió, pero vi una diminuta luz, al sentir unas manos gruesas agárreme por la cintura un escalofrío recorrió mi columna vertebral.

—Suéltame joder, que me sueltes te he dicho—dije pegando puñetazos para todos lados.

El sujeto colocó una de sus ásperas manos en mi boca impidiendo que pudiera hablar y siguió caminando conmigo en brazos, cuando la luz se hizo más visible pude ver que estábamos al frente de una puerta gigante con dos antorchas iluminando he igual había dos hombres con la cara roja.

—Como que te pego mucho el sol—dije y el que me llevaba en brazos me tiro al suelo y me caí golpeándome todo el cuerpo.

De repente las puertas grandes se abren y la luz es aún más visible, me levanté del suelo y entre por curiosidad, al momento de entrar vi que en el fondo había cuatro asientos que parecían tronos y una mesa increíblemente grande.

—¿Qué mierda es esto?— pregunté acercándome.

<<¿Será que me he muerto y estoy en el cielo?>>

—No estás muerta y mucho menos en el cielo—dijo el señor que estaba en el trono más grande.

—Creo que me drogue mucho en la fiesta—dije riéndome.

De repente escuché una voz femenina que se me hacía familiar, levante la vista y me acuerde de esa chica de pelo negro que se me acercó en la fiesta.

—Así que una macouzet—dijo el señor y lo mire mal.

El señor empezó a hablar con un hombre que estaba en la esquina y de repente desapareció.

Me crucé de brazos, ya que acá nadie tiene la más mínima intención de hablar, al sentir la puerta abriéndose no me di vuelta, ya que estaba mirando fijamente a la chica.

—Eso es imposible, mi hija está con su madre y su color de pelo es otro—dijo una voz conocida que era... La de mi padre.

Me giré lentamente y la viva imagen de mi padre acercándose, cuando me vio se quedó quieto.

—¿Allison?—pregunto y yo negué caminado hacia el lado contrario.

—¿Tú... Tú estás muerto, Qué mierda es esto alguna puta broma?— pregunté.

Volví a ver a mi padre y él ya estaba cerca de mí, en segundos sentí sus brazos alrededor de mí abrazándome.

—¡Suéltame!—dije alzando la voz.

Secreto de sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora