❝prólogo❞

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❝la misma fantasía❞
Por Lulette Nakamura.
❝prólogo❞

En el antiguo Japón, los héroes luchaban hasta dar su último suspiro

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En el antiguo Japón, los héroes luchaban hasta dar su último suspiro.

Siempre fue así, alrededor de todo el mundo, no solamente en Japón. Todo habitante quería proteger su tierra así tuviera que dar la muerte por ella.

Y fue así desde el comienzo de los tiempos.

Todos conocemos Japón, ¿No es así? Bueno, digamos que allí las batallas se vivían de una manera diez veces más intensa que en otras zonas de la tierra. Sobre todo cuando esta región comenzó a nacer. No todo era novedoso y brillante como en la actualidad, antes, el territorio estaba dividido en bosques, playas, montañas, selvas, desiertos, campos. Y, obviamente, esos lugares tenían habitantes. Habitantes los cuales carecían de una buena educación, de una economía estable, de todo. Vivían por el territorio como si fueran otra especie animal del montón.

Y lo eran.

No había día que no estuvieran batallando contra otro de ellos por un fruto o un animal muerto aunque con el paso del tiempo, estos seres comenzaron a evolucionar. Ya no estaban preparados para ingerir frutos silvestres de dudosa procedencia o carne cruda o de animales muertos, tampoco eran tan "huecos" como antes. Es más, comenzaron a desarrollar un lenguaje más articulado y cultural el cual empezaron a dejar escrito en paredes y piedras cosa que cualquiera que tuviera dudas pudiera acercarse a ver. Sin embargo, así como lo bueno prosperaba, lo malo no desaparecía. Parecía que podían comunicarse de mejor manera que en la antigüedad, pero no era tan así. Ante las confusas letras y palabras que presentaba el japonés muchos habitantes se veían confundidos y no comprendían al otro, hecho que causó una gran cantidad de guerras. Tal vez podía realizarse una simple broma y ser tomada como amenaza de guerra, pues —como mencionamos antes— estas personas no dominaban el lenguaje perfectamente y además eran muy autoritarias.

De esta manera, lo que hoy conocemos como "guerras" comenzaron al igual que los pequeños clanes que recién empezaban a crearse. Estos estaban conformados por personas emparentadas entre sí, con un objeto"sagrado" para ellos el cual los distinguía —como un animal, una planta, la arena, lo que fuera— y que luchaban contra otros en busca victoria y de saciar su sed de ver sangre corriendo por los suelos, algo normal por aquellos tiempos.

Las batallas no cesaban y las nuevas generaciones tampoco hacían mucho para detenerlas. Todos los seres humanos tenían el mismo objetivo: ganar. Algo tan simple como eso. ¿Por qué? Nadie lo sabía, lo único que sentían era felicidad, pues te creías superior al resto de personas. Sin embargo, llega un momento en el que te sientes vacío cuando obtienes lo que deseas y eso le pasó a muchas personas.

La historia no iba ni para atrás ni para adelante —por todo lo explicado con anterioridad— hasta que en uno de los muchos clanes de los bosques nació un niño que logró cambiar el pensamiento de las personas. Uno de cabello castaño, ojos negros profundos, tez tostada y un espíritu hermoso. Este niño —hijo del jefe del gran y prestigioso clan "Senju", Butsuma Senju— se llamaba Hashirama Senju.

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