♧Unico♧

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Kakucho decía que siempre le iba a ser fiel a Izana, hasta en su lecho de muerte lo iba a ser.

Desde aquel día que el filipino demandó que él sería su siervo logró obtener un motivo para vivir, proteger al chico a toda costa, aunque eso también le cueste su vida.

Mientras más tiempo pasaba con Kurokawa más se enamoraba perdidamente de él, pero sus sentimientos no eran correspondidos por el mencionado, dando paso a la famosa enfermedad en Japón, Hanahaki Disease.

No llevaba mucho existiendo, pero ante lo letal que era en tan poco tiempo se había llevado la vida de muchos jóvenes y adultos, principalmente de 14 a 25 años, y posteriormente Hitto seria una víctima más.

Era consciente de dicha enfermedad, y también de la dichosa cirugía que debía de hacer en caso que la enfermedad ya no pudiera ser curada, pero sabía que dejar de sentir cosas por su Rey no era una opción.

Hitto se encontraba acompañando a su dicho amor no correspondido en una habitación fría observando como este hacia hablar a la fuerza a dos traidores de Tenjiku, yendo desde amenazas hasta golpes o armas blancas hasta que comenzó a toser, obteniendo la mirada del albino posada en el, siendo este testigo de pétalos blancos salir de la boca del japonés.

- Kakucho, sal para afuera y bota eso - Se limpió la sangre de su labio, captando la orden en silencio y retirándose de dicho cuarto, corriendo hacia el baño y una vez ahí comenzó a toser más fuerte aún, los pétalos manchados de sangre invadiendo el piso agrietado del departamento -

No recordaba la ultima vez que pensó que la enfermedad no iba a pasar a mayores, pero tal y acontece que si. La última vez que fue a revisar como estaba le habían comunicado que ya no era algo para tomarse a la ligera, de las raíces tallos nuevos de flores venenosas comenzaron a crecer, y estas empezaban a envenenar sus pulmones a un ritmo alarmante además de empezar a invadir su cuerpo en totalidad.

La enfermedad había brotado en el ya hace dos años con algunos meses, y justo en esas fechas empezaba a empeorar con rapidez, justo cuando Kurokawa comenzaba a demostrarle un mínimo cariño.

Dejando de lado eso, al terminar de toser se limpió la sangre con una toallita húmeda que siempre llevaba y salió intentando parecer lo más natural y neutral posible, dando un brinco al ver como el filipino lo estaba esperando a un lado de la puerta.

- Hay mi siervo, quien será el dueño de tu corazón que te está haciendo sufrir así? - Un muy infantil mohin aparecio en sus labios, para después suspirar y darse vuelta - Es una pena que ni a tu Rey le quieras decir..

- Prefiero mantenerlo en privado - Volteo su mirada hacia otro lado que no sea al albino, recibiendo pequeños sonidos de molestia que volvían a ser infantiles -

H.D. - KakuizaWhere stories live. Discover now