—¿Qué haces?

—Saliendo. Me voy—informo, pero me bloquea la puerta con su cuerpo sin pensarlo dos veces.

—¿A dónde?

—Tengo práctica—insisto en vano, porque no se mueve ni un centímetro y lo miro irritada, aunque surte el mismo efecto que fulminar a la pared: ninguno.

—¿Estás loca? No irás a ningún lado.

—¿Por qué no? Se hará tarde.

Intento escabullirme por un lado, pero él toma la oportunidad para avanzar hacia el frente y hacerme retroceder en reacción, cerrando la puerta a su espalda.

—La doctora prohibió puntualmente tus prácticas.

Inspiro para controlar el enfado. No necesita recordarme algo que me ha agobiado por horas.

—Ya lo sé.

—¿Entonces por qué mierda vas?—inquiere hastiado, compitiendo con mi propia volatilidad.

—Porque es mi deber hacerlo.

—No lo es—insiste con ahínco—. ¿No ves lo que está haciéndote?

Abruptamente, la llama de fastidio que arde en mi pecho se convierte en una llamarada de ira que me hace explotar.

—¡Todo lo que veo es que me están retrasando! ¡Llegaré tarde!

—¡No vayas! ¡Solo déjalo!—brama de vuelta y doy un respingo, como si me hubiese abofeteado.

—Para ti es tan fácil decirlo.

—También es fácil hacerlo.

—Es todo lo que tengo, Clay. No soy nada más. El amor por mi arte es todo lo que tengo—mascullo con agriedad.

Da un paso al frente y toma mi brazo, pálido y delgado.

—¿Crees que esto es amor?—intento zafarme cuando caigo en cuenta de a dónde quiere llegar, pero sus dedos se cierran en mi piel—. ¿Crees que morir de hambre y cansancio es amor? ¿Crees que dejar que te maltraten es amor? Niza, estás enferma—enfatiza y sus palabras caen sobre mí como bloques—. Necesitas ayuda. Déjame ayudarte.

Logro soltarme y lo perforo con la mirada, colérica. Sé que no es su culpa, que no debería usarlo como objeto de descarga, pero mis emociones me comerán viva si no las exteriorizo, así que lo uso como mi catalizador.

—¿Qué sabes tú de amor o pasión por algo?—siseo—. ¡Tú jamás entenderías lo que es eso porque no tienes de valentía de perseguir lo que amas! ¡Para ti es tan simple darle la espalda a todo porque nada te importa lo suficiente!

Abre los ojos ofendido y creo que me gritará. Es justo lo que quiero, necesito sacarlo todo, dejar de ahogarme en esta frustración.

—¡Yo no te he dado la espalda a ti! ¿No lo ves? Me importas tú, joder, me importas más que nadie—replica cargado de emoción e intenta tocarme la cara cuando me alejo—. Niza, no puedo ver otra persona que quiero destruyéndose a sí mismo por vivir un amor enfermizo.

Lucho contra el nudo en mi garganta y lo trago con mucho esfuerzo. El estrés me rebasa, amenaza con quebrarme de una vez por todas y ya no puedo con la presión. Ya no puedo.

—No es enfermizo, solo me esfuerzo por lo que amo hacer—objeto con voz débil, porque no sé qué tan segura estoy de mi posición.

Clay tiene sus ojos clavados en mí y en el gris de su iris distingo la tristeza nadando dentro de un mar agitado de preocupaciones.

Indeleble [+18] [Libro 1 de la Bilogía Artes] DISPONIBLE EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now