Estaba vestido igual que el hombre de la entrada, era extraño ese tipo de ropa que ya no se usaba. Era una inmersión en el pasado como se lo había vendido Phil, su amigo. Para Anya todo en él era hermoso y extraño, misterioso, oscuro, pero radiante, como su cabello que destellaba ante las luces del lugar.

—Eso me dijo mi amigo, realmente estaba buscando desconectarme un rato —respondió embelesada en los ojos de tan hermosa aparición.

—Pues que triste... soy Luc y no estaba esperando que una mujer tan hermosa me estuviese buscando —dijo hablando con cierto acento irreconocible, además de hablar demasiado formal—. Un placer.

Anya abrió los ojos de par en par mientras observaba como él la miraba, como nunca antes un hombre la había mirado, sintiendo un cosquilleo que atravesaba todo su cuerpo.

«Obviamente, nadie me mira, no solo porque soy diferente, sino porque no se despegan de su realidad virtual, de su falsa realidad», pensó Anya sin dejar de mirarlo.

—Es cierto, nadie se despega de la tecnología, es triste y no creo que nadie te mire por ser diferente. Al contrario, eres extremamente bella —soltó Luc haciendo que Anya abriera los ojos pero esta vez aterrada.

«¿Leyó mis pensamientos?».

—¡Ups! Disculpa, no quería entrometerme, o ¿quizás sí? —sonrió Luc coquetamente mientras la miraba cada vez más intensamente, llegando al punto de incomodarla.

—No fue buena idea venir —dijo Anya realmente asustada por lo que acababa de presenciar. Se terminó el trago y empezó a sentirse mareada, todo empezó a darle vueltas al punto que vió desaparecer todo a su alrededor.

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Anya empezó a abrir los ojos, seguía mareada, dio un vistazo a su alrededor, algunas cajas apiladas junto a varios androides en desuso la miraban con los ojos abiertos, volviendo el lugar más aterrador de lo que ya era. No sabía cuánto tiempo había pasado, tal vez era el mismo lugar, pero la música ya no estaba.

—Maestro, ha despertado —soltó el hombre de la entrada mirando a Anya con detenimiento.

—Gracias, Henri... puedes ir por Phil —dijo sacándolo del lugar que parecía el ático, ya que unas escaleras de madera lo llevaban hacia un lugar más alto de donde estaba ella.

—Discúlpame Anya, no quería que llegáramos hasta este extremo, pero una debilidad mía, hizo que quisiera huir y no podía permitirlo, verás tu sangre es de una exquisitez de la cual no puedo prescindir...

—¿Mi Sangre? —preguntó Anya temblando, estaba amarrada a una poltrona de estilo antiquísimo.

«¿En qué sitio me metió Phil?».

—Verás Anya, te puedo ofrecer una probadita de lo que era la antigüedad, yo nací en el año 1623, he visto cómo los humanos se han encargado de autodestruirse de todas las maneras posibles. Pero gracias a eso mismo sigo aquí en pie.

Anya aún estaba desorientada tratando de asimilar lo que le decían cuando su amigo Phil entró por la puerta empujado por Henri.

—¿Qué es esto Phil? ¿Una broma? —preguntó Anya angustiada mientras trataba de zafar los nudos que amarraban sus brazos al espaldar de la poltrona.

—Anya, perdóname, pensé que querrías vivir la experiencia como yo, no pensé que te quisiera hacer daño —suplicó y la cara de preocupación asustó a Anya al triple.

—¿Será que puedes hablar claro? —preguntó Anya imitando su acento.

En menos de un segundo lo tenía enfrente haciéndola gritar como nunca antes.

—Verás Anya, muy pronto seré tu maestro, así que... ¡¡RESPÉTAME COMO TAL!! —gritó Luc soltando una voz gutural que dejó a Anya temblando.

—Perdóname An —sollozó Phil.

—Tú cállate... —Luc volteo a mirar a Phil y se dirigió a Henri— Puedes llevártelo...

—Perdóname...

Alcanzó a escuchar Anya, mientras Henri arrastraba a Phil y lo sacaba del lugar a pesar de su resistencia.

—Volvamos a lo que estábamos ¿Te parece? —preguntó Luc sonriendo de lado mostrando dos enormes colmillos, que antes no estaban ahí.

Anya no se explicaba en qué momento había terminado en esa pesadilla, qué clase de broma era esa.

«Los vampiros no existen, los vampiros no existen», repetía en sus pensamientos una y otra vez.

—Permíteme contradecirte querida Anya, tal vez somos más antiguos que los humanos, existimos y nos adaptamos fácilmente a todas las eras, mi raza sigue en pie a pesar de todo, pero hay exquisiteces que se han perdido con el tiempo como las mutaciones genéticas como la tuya. Eres un platillo delicioso del que me encantaría disfrutar de tanto en tanto, si me lo permites...

—¡¿Pretendes que diga que sí?! —preguntó Anya enojada.

«Nadie me dice platillo... No, no pienses en nada lalalalalalaal».

—Tranquila, igual percibo tus sentimientos actuales, relájate un poco, que no tienes forma de escapar, además sé que lo vas a disfrutar —dijo acercándose mucho más a ella mientras se arrodillaba frente a ella.

Anya llevaba un vestido que dejaba sus largas piernas al descubierto. Luc se acercó y subió sus fríos dedos por sus muslos abriéndole las piernas. Supuso que la iba a violar cuando acerco su cara y clavo sus colmillos en su muslo, haciendo que volteara la cabeza hacia atrás gimiendo, en cambio de gritar. No le gustaba la sensación, pero sintió demasiadas cosas mientras Luc lamía la sangre que brotaba de su muslo derecho.

—¡Disfrútalo! —exclamó Luc quien sacó su cara de en medio de los muslos de Anya para sonreírle mostrando su cara totalmente ensangrentada.

Anya estaba aterrada, sentía el olor de la sangre invadir sus fosas nasales, le temblaba todo el cuerpo, se sentía cada vez más débil, pero trataba de no pensar en nada, solo esperaba que su vida no terminara esa noche.

Sangre de DiamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora