— Mi nombre es Azucena Black, me gusta cantar y tocar la guitarra. Y al igual que mi amiga — paso un brazo por sus hombros. — Espero aprobar la materia.
La profesora Alvares, me mira con los ojos entrecerrados. Siento como si estuviera analizándome.
— Que poco original señorita... Black — dice con una sonrisa.
Levanto mis cejas en señal de sorpresa. Antes de que pueda decir algo, continúa con el resto.
— Que mina idiota — comenta por lo bajo Teresa.
— Estoy de acuerdo.
Cuando llega el turno de Russel, veo que todos se han quedado callados. Y lo miran atentamente, a él parece no importarle. Si estuviera en su lugar estaría hundida en mi asiento. Odio ser el centro de las miradas.
— Mi nombre es Russel Duarte, aunque usted profesora ya me conoce — sonríe de forma cínica. La profesora Alvares lo mira con una sonrisa tensa. — Me gusta el color negro — dice encogiéndose de hombros. — Y espero no tener que verla de nuevo el siguiente año.
Levanto mis cejas en señal de sorpresa. Todos están igual que yo, la profesora aprieta sus labios. Y respira fuertemente por la nariz.
— Muy bien señor Duarte, espero no tener que verlo el siguiente año por golpear a algún compañero.
Se escuchó un "Uh" de Ramiro. Russel se dio vuelta a mirarlo y este se quedó callado.
<<El miedo no es sonso. >>
— Bien, la clase de hoy...
La profesora continua con su clase, sinceramente odio a esta maestra. No explica mal, pero es una idiota.
***
— ¿Te quedas aquí? — Pregunta Teresa viendo que sigo rumbo a la biblioteca.
— Sí, quiero buscar unos libros.
— Pero si es nuestro primer día de clase, ni siquiera tenemos tarea — dice ella riendo. — deja de ser tan nerd.
— Oye — me quejo. — Son unos libros de romance que vi que trajeron nuevos.
—Okey, llámame si quieres jugar al LOL— dice ella, me da un beso en la mejilla.
— Claro Tere, nos vemos.
Una vez que ella se retira, camino hacia la biblioteca.
— Hola Anita — saludo a la bibliotecaria, una mujer de casi sesenta años.
— Hola Azucena — me saluda. — No hay nadie, puedes hacer música tranquila.
— Gracias.
Desde hace dos años, comencé a escribir canciones. Al principio no era nada importante, un par de frases que rimaban. Luego sentí esa necesidad rara de escribir mis sentimientos o sentimientos que otras personas tenían.
Luego comencé con las melodías, melodías que pegaban con las letras. Creo que le debo el talento de la música a mi mamá. Aunque ella me enseño a tocar y cantar, avecés siento vergüenza de mostrarle lo que hago.
Por esa razón, hace dos años que vengo a componer mi música a la biblioteca. Es el horario del contra turno, casi nadie (por no decir nadie) entra a esta hora a la biblioteca. Así que me adueño de un sillón marrón, en donde acomodo mi cuerpo cansado. Saco mi ukelele de mi mochila, y la libreta en donde tengo mis canciones.
Comienzo a tocar unos pequeños acordes.
— Quiero decirte que hoy... — sacudo mi cabeza y cambio de acordes. — Me enamorado de tus labios y que tus ojos son el lugar, en donde me pierdo para volver a empezar.
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Mí chico
Teen FictionAzucena tiene la vida perfecta. Padres que la aman, amigas perfectas, buenas notas, un talento musical y deportivo de primer nivel. Al parecer todo en su vida va bien. Pero cuando todo va bien, muchas personas empiezan a envidarte. Comienzan a tene...
Capítulo 4.{¡La vieja de matemáticas!}
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