𝒅𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆𝒔

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"Hada de los dientes"

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"Hada de los dientes"

Pasaban las horas y simplemente no tenían idea de cuándo terminaría aquella pesadilla, porque eso deseaban que fuera, una terrible pesadilla. Las cadenas comenzaban a enrojecer la piel de sus muñecas, Darina y Laoise intentaron controlar la mente del conductor innumerables veces, sin embargo, aquellas celdas impedían que sus poderes funcionaran. El olor que desprendían las sacos de tela que cubrían sus rostros era repugnante, Ada no aguantaría otro minuto más sin vomitar. La necesidad de respirar era cada vez más grande, ya no aguantaban estar de esa manera y cuando menos lo pensaron el camión se detuvo.

La puerta del conductor se cerró estrepitosamente, los pasos resonaban bajo la graba del terreno y se alejaban cada vez más hasta que se comenzaron a escuchar voces.

–El cargamento 837A está listo.

–¿Los sujetos de prueba se encuentran en las condiciones adecuadas?

–No lo sé, no soy un Veltri para decirte si están o no en condiciones, yo sólo entrego los cargamentos.

–Me refería a que sí se encontraban con vida los sujetos.

–Ah, por ahí hubieras comenzado, sí, están vivas las tres.

–Mueve el cargamento a la sala de esterilización.

El hombre abrió las puertas del camión y el montacargas hizo su trabajo, las llantas crujían bajo el pavimento que cubría el largo camino hasta el gran domo blanco, sí no fuera por las cosas inhumanas que realizaran ahí se podría considerar una obra de arte. El montacargas paró y bajó las jaulas e inmediatamente cinco personas cubiertos por un traje especial comenzaron a rociar y esterilizar cada rincón de aquellas jaulas. Una vez pasada la sala de esterilización, otros cinco encapuchados perforaron la piel de cada una para comenzar a sacar muestras de su sangre y por otro lado, otros se encargaban de colocar cintas en sus brazos para identificarlas y clasificarlas. Una mano cubierta por un guante retiró los sacos de tela permitiéndole a Darina, Loise y Ada mirar a su alrededor.

La luz blanca las cegó por un instante hasta que sus iris se adaptaron a la cantidad inmensa de luminosidad, una mujer alta de cabello canoso con lentes enfundada en una bata de laboratorio se acerco a ellas y con un lapicero toco y levantó el mentón de Ada, la observó detenidamente y habló:

–Ala oeste.

Continuó con Loise y la envió al mismo lugar que su compañera, sin embargo, al mirar a Darina la miró de una manera distinta, con más rudeza y seriedad, dejó a un lado su lapicero y tomó un marcador rojo y en su frente trazó el número 7 en su frente.

–Ala norte.

Darina no sabía qué hacer, ¿por qué la enviarían a un lugar distinto al de sus amigas? ¿por qué sí era igual a Loise no la enviaron con ella? Comenzaba a sentirse ansiosa y su humor tampoco era el mejor. Recorrieron distintos pasillos hasta que la sacaron de aquel enorme domo, un camino empedrado la guío a otro domo, sólo que este era mucho más grande y más alejado de los demás. Darina estaba lista para pelear, no le importaba en los más mínimo que no pudiera usar sus poderes, ella tenía conocimiento en el combate de cuerpo a cuerpo. Dos encapuchados comenzaban a abrir la jaula cuando ella ya se había lanzado encima de aquellos hombres, con sus piernas envolvió el cuello de uno mientras que con sus manos encadenadas golpeaba la cabeza del otro, otro hombre al ver las intenciones de la mujer tomó el bastón eléctrico y la dejó en el suelo. Darina inmediatamente fue sometida por siete encapuchados y fue atada dentro de una habitación hecha de vidrio.

–Doctora Kuznetsova, los resultados están listos.

–Resumen–habló mirando a través del grueso vidrio a la hada que había sido capaz de iniciar un alboroto en su centro de investigación y que no haya muerto ante diez miliamperios.

–Los estudios sanguíneos revelan un alto nivel de neutrófilos en su sistema, más de lo normal y el doctor Zimmermann quiere realizarle electroencefalograma.

–¿Por qué el electroencefalograma?–cuestionó Kuznetsova apartando la mirada del vidrio para mirar a su molesto asistente.

–Una de las otras hadas es telépata y cree que no es la única.

La mujer sonrió ante aquel comentario.

–Aprueba ese estudio y manda a un neurólogo a que la vigile de cerca, quiero que analice cada movimiento que haga y quiero que llames a Van Der Berg.

El asistente atemorizado la miro y con un hilo de voz preguntó sobre la razón de la llamada.

–Comunícale que tenemos un hallazgo importante y necesitaremos de sus millones, muchos de ellos.

–En seguida, doctora Kuznetsova.

Aquella mujer regresó su vista a la hada que yacía en el suelo sentada mirándola de mala manera, si Darina pudiera hacer uso de sus poderes ya le habría destruido aquel cerebro desagradable que tenía para borrarle esa mueca de felicidad. La doctora Kuznetsova era conocida por sus métodos específicos para lograr tener resultados rápidos y eficientes, es por ello que era amada y odiada al mismo tiempo en aquel centro de investigación, además de temida.

–Cariño, ¿eres el hada de los dientes?

Darina hizo caso omiso a sus comentario y le sostuvo la mirada por un buen rato, la doctora camino al rededor de aquella habitación golpeteando el vidrio con sus uñas. Tac, tac, tac.

–¿O tal vez eres una de sus sirvientas que recoge los dientes llenos de caries? O...¿eres la hada que recoge flores y lanza polvo mágico para que las flores sean felices? Que adorable–su sonrisa era más de burla que de otra cosa, se encuclillo para quedar a su altura y borró su sonrisa por una mueca de desagrado– odio lo adorable.

Antes de que hiciera otro movimiento la doctora, Darina se acercó al vidrio con una risa y pegó su rostro y susurró:

–Sí, soy la estúpida hada de los dientes y te los voy a arrancar cuando salga de aquí, uno por uno, cariño.




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