CAPÍTULO 15. La despedida.

Start from the beginning
                                    

     Sin embargo, sí se sintió arropada porque el marqués de Winchester y lady Elizabeth asistieron, al igual que el príncipe de Gales y el resto de los amigos de su excelencia. Eso sí, excepto el heredero de la Corona, todos iban escoltados por las esposas.

—Vienen a pesar de que Henry les aconsejó lo contrario —le susurró Conrad, la llevaba aferrada del brazo.

—Son muy considerados.

     Caroline intentó contener el diluvio de lágrimas, pues acudir a la ceremonia en calidad de simple conocida significaba para ella un sufrimiento añadido. Ver cómo les daban los pésames a los padres de John y a la esposa representaba un atentado contra sus sentimientos. ¿Por qué motivo? Porque John odiaba a esa mujer y no entendía el protagonismo que pretendía arrogarse a costa de su deceso.

—No se trata solo de gentileza, milady. —Conrad retiró el blanco pañuelo del bolsillo y se lo pasó por los húmedos ojos—. Vinieron porque, al igual que yo, tienen la ilusión de que quizá no renovéis con Henry vuestro contrato. Si no firmáis con él veréis cómo os llegan ofrecimientos de todos ellos.

—Ahora mismo me considero incapaz de reflexionar acerca de este tema, milord, se me parte el corazón. —La angustia hacía presa de Caroline y cataratas de lágrimas le mojaban las mejillas.

—Os entiendo, siempre habéis estado juntos y compartíais todas las travesuras. Recuerdo cómo os llevó al club de caballeros, si lo hubiesen descubierto lo expulsaban.

     Conrad no parecía celoso, sino afectado, tal vez porque se hallaban frente a la tumba abierta en la que pronto colocarían el ataúd.

—¡Son tantos sueños, tanta magia y tantos planes tirados a la basura, milord! Me da rabia, además, de que lord Charles esté ahí recibiendo consuelo cuando fue él quien lo envió a Francia a que lo mataran. Lo forzó a ir a sabiendas de que carecía de la preparación adecuada. ¡Me indigna!

—No debéis arremeter contra el padre de John, milady. Es de otra época y pensaba que actuaba correctamente.

     Conrad le sujetó el brazo con más fuerza, desconocía si evitaba con ello que fuera a recriminar al progenitor o si lo hacía para darle ánimos.

—Tenéis razón, milord, voy a hablarle. —Caroline se soltó del marqués y caminó hasta lord Charles.

     A medida que se acercaba constató que la madre de John estaba destrozada. El padre, en cambio, recibía las muestras de cariño con orgullo, pues le decían que había sido herido en un acto de heroísmo al intentar salvar a los hombres que se encontraban bajo su mando. «¿De qué me vale un héroe muerto?», pensó Caroline, rabiosa, «Prefería a un cobarde, pero vivo. ¿Por qué se alegran por estas minucias? ¡No se me ocurre una muerte más absurda!»

—Sé cómo estáis, cariño. —La madre de su amigo la abrazó, lloraba a mares—. Nunca os separasteis. Ni siquiera cuando os casasteis con otras personas... Miro aquel roble y os recuerdo trepando en él y luego pasar horas y horas conversando sentados sobre las ramas. ¡Parecía que estabais solos en el universo!

—Luego cambiamos los árboles por mi casa en Londres. El finado lord Nigellus le ponía mala cara, pero esto nunca detuvo a John. —Caroline sonreía en medio de las lágrimas—. ¡No sé cómo haré para vivir sin él!

     Lord Charles le cogió la mano, buscó en el bolsillo y le colocó en el pulgar la sortija de zafiro de John.

     Y la sorprendió todavía más al decirle:

—¡Es vuestro! Espero que os proporcione consuelo... Debí ayudarlo cuando le pidió vuestra mano a lord George para evitar que os casarais con el barón de Stawell. Pensaba que era una chiquillada y no me percaté de que estaba en juego vuestra futura felicidad. En vista de lo joven que murió mi querido hijo, se merecía esa dicha y no la carga de un matrimonio de conveniencia. —El anciano le echó un vistazo a lady Margaret y frunció el entrecejo—. Vos deberíais estar aquí y no ella. Antes de viajar a Francia John me comentó que erais pareja y que cuidara de vos en su lugar si él no regresaba. ¡Siento que le fallé también en esto!... Debéis venir a la lectura de su testamento, mi hijo os tuvo en cuenta.

DESTINO DE CORTESANA.Where stories live. Discover now