Capítulo 43: Una nueva realidad

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Apreté los labios cuando lo agarré pero cuando pude olerlo mejor, algo en mí se despertó. Mi corazón se aceleró, cuando lo acerqué a mi boca pero estaba aterrada. ¿Acaso era la única manera? No era seguro pero...tenía que intentarlo. Exhalé con fuerza, cerré los ojos y...le di un sorbo. Sentía como bajaba por mi garganta y poco a poco el hormigueo empezaba a desaparecer. Bebí con fuerza y algunas gotas caían por la comisura de mis labios. No supe cuánto tiempo pasó pero cuando me di cuenta, todo el termo estaba vacío; saboreaba un saber fuerte en la boca pero no era desagradable.

Hubo un silencio en la casa y solo podía escuchar el latido de sus corazones junto con el mío. Los miré a todos y ellos parecían estar...esperando a que reaccionara.

— ¿Estás mejor? —me preguntó mi papá. — ¿O es peor...?

—No. Está...bien —le interrumpí. —Más bien, papá...quiero más, por favor. Quiero más. Consigue más. ¡Quiero más!

Michael suspiró con fuerza, antes de sonreírme.

—Muy bien —repuso. —Ya es un paso. Pasos de bebé, ¿recuerdas? Un paso a la vez

Sentí la mano de Will y su olor eucalipto. Hice una ligera sonrisa. Después de beber la sangre, me había calmado. Miré un poco el termo en mis manos, mi garganta se sentía mejor y mi estómago dejó de hacer ruidos. Pero sentí algo de aire detrás de la garganta; y rápidamente, me llevé una mano a la boca.

— ¿Liz? ¿Cariño?

Entonces, solté un eructo. Todos me miraron algo sorprendidos. No dije nada, sintiéndome totalmente avergonzada. Solté algo de aire, y noté a mi papá acerco y agarrar el termo. Tragué duro.

—Lo siento...yo...—balbuceé apenada. — Creo que necesito más...—murmuré, apartando la mirada. —Es raro pero...me siento mejor. Creo que es como un efecto...placebo, aunque...no sé —repuse. Hice una pausa y añadí: — ¿Es normal? ¿Será mi parte de vampiro? —inquirí y los miré, de nuevo.

Mi papá exhaló con fuerza y Will estaba, aguantando, lanzar una carcajada. Estaba haciendo muecas.

—Casi son dos días desde...que te pasó todo esto y aún no sabemos qué esperar de ti —replicó Michael. —Ya sabemos, por el momento, que tú cuerpo rechaza la comida y te sientes bien con la sangre o la carne.

—Es poco de las dos, Liz —comentó Will a mi lado, frunciendo los labios. —Hay algunos bistecs en el congelador. ¿Quieres?

Lo miré arqueando una ceja y él se encogió en hombros. Negué con cabeza.

—Ahora no—susurré y suspirando añadí: —De acuerdo. Mi cabello es blanco, y mis ojos son de color violeta, hasta crecí como diez o quince centímetros. Tengo garras, veo mejor en la oscuridad, puedo oler y escuchar todo a mí alrededor. Y bebí sangre de animales. Además, de eso ¡puedo escuchar sus pensamientos mientras ustedes están transformados! — dije levantando la voz y me reí. —Tengo súper fuerza pero no sé qué más puedo hacer.

—Mmm, ¿quizás te regeneres como nosotros? —inquirí Joel. — ¿Lo has intentado? —pensó él

—No, no creo —repuse. — ¿Crees que te deberías lastimarme? — pregunté elevando las cejas.

—No, pequeña —masculló mi papá. Y él miró a Joel. —No les des estúpidas ideas, Rojas —sentenció

Joel levantó las manos.

—Ay, no, nena. ¡No! —señaló Will. — ¡No pienses eso! —agregó él y su rostro tenía una expresión de horror.

Miré las expresiones de los tres, (horror, preocupación e indecisión) y suspiré. Detallé hacia abajo, mirando el vestido; tenía algunas gotas de sangre y estaba descalza. Resoplé haciendo una mueca y me levanté del sofá. Me moví hacia la cocina, pasando de lado a mi padre y fui hacia uno de los cajones. Lo abrí y saque lo que quería cuando lo vi; hice una mueca animada. Un cuchillo grande de carnicero.

Renacimiento © ✓Where stories live. Discover now