¿Qué hago aquí ? (Cap. 2)

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Me desperté en un sitio muy extraño donde jamás había estado. Parecía como el interior de un avión de los grandes sin asientos y todo estaba oscuro. Vi una pequeña luz y camine hacia ella. No me acordaba de nada en absoluto. La luz provenía de una ventana media rota por donde con esfuerzo se filtraba una luz parecida a la del sol, solo que en vez de ser constante, se entrecortaba de vez en cuando. El suelo sonaba cuando daba un paso pero no podría explicar de que material era, no podía ver mas que la luz de la esquina. ¿Cómo saber que hacía allí?¿qué fue lo que hice?¿Había muerto?. Las preguntas me causaron un fuerte dolor de cabeza que me hacía ver todo aún más oscuro. Había alguien bajo esa luz no constante. Parecía una chica muy delgada y por estar debajo de la única luz, la vi de negro. Me fui acercando más; y más crecía mi miedo. Poco a poco distinguí que sí, estaba en lo cierto, era una chica sentada con las piernas cruzadas y con todo el pelo en la cara. No se le veía nada del rostro y su pelo le llegaba hasta el final de su espalda. Al parecer me vio porque levantó su cara cubierta. Llevaba una especie de capa color rata y un pantalón negro que le hacía ver aun mas flaca. Extrañamente tenía botas de cuero, cosa que me pareció gracioso.
- Emmm... ¿Disculpa?- le dije.
Ella solo levanto aun mas su cara.
-¿Donde se supone que estamos ah?
-¿No te das cuenta? Ya todo acabo, tu sigues.- su voz era como de alguien que acaba de ser operado de las amígdalas y habla muy bajito.
-¿ Cómo que yo sigo? ¿A que te refieres? ¿He muerto?.
Poco a poco empecé a desesperarme y entender menos de lo que entendía. Entonces creí darme cuenta de lo que posiblemente pasaba: era algo como el juicio final y obviamente no creo que me valla a ir bien. De repente, una anciana apareció no se de donde. Tenía el pelo completamente blanco y vestía color perla. Se acercó a la muchacha de capa y le ofreció comida; ella rechazó la oferta. Pero le dio algo que no alcancé a ver a pesar de que estaba parada a menos de un metro de ellas. Luego, la anciana se volteó hacia mi y me sonrió. Se fue caminado desapareciendo con cada paso que daba.
-¿ Quién era?- le pregunte a la chica.
- No tengo idea Evangeleen. Así te llamas ¿no?
- Sí, ¿cómo sabes?- nada de esto tenía sentido.
- La vieja me lo dijo y al parecer eres un caso especial, maldito suertuda, ¡llevo acá esperando más de dos años!. Comenzó a subir su tono de voz hasta terminar gritando
- ¿Exactamente a qué te refieres con caso especial? Y a propósito, tu ¿ cómo te llamas?
- Mira, eso es lo de menos y además no me acuerdo. Tienes que pincharte con esto el dedo índice; dicen que aun no estas muerta.

Abrió su mano y me dio una especie de alfiler solo que al tocarlo parecía que uno agarraba hielo, era exageradamente frío. Al tomarlo, vi en sus manos algunas heridas cómo rasguños pero después de tanto, esto ya no asustaba.
-Pínchate el dedo, veremos si sangras.
No era muy amante de la biología pero mi sentido común me decía que si sangraba estaba viva. Rogué por no hacerlo. Tome el alfiler helado con la mano izquierda y lo apoye en mi dedo índice de la mano derecha (soy zurda). Cerré los ojos y pinché mi dedo. No quería ver ¿qué se supone que haría si es que regresaba a casa? Peor que el suicidio es que este no funcione porque la gente habla y .... hay no, no quería ni imaginármelo.
Un líquido corrió por mi dedo."Ya se acabó, ni siquiera esto puedo hacer bien si tan solo hubiera usado la correa". Cerré los ojos presionándolos más hasta que sentí que reventaban, reventaban de lágrimas. Los abrí lentamente y algo no estaba bien. Estaba muy segura que la sangre no era plateada.

Una muerta entre los vivosWhere stories live. Discover now