Capítulo único

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El sol comenzaba a adentrarse en la habitación de Louis a través de su gran ventana. Las cortinas, casi transparentes, no obstaculizaban el paso de los rayos del Sol. El sonido del reloj despertador retumbaba entre las paredes de aquella pequeña habitación. Minutos después, Louis extendió su mano, apagándola. Estiraba su cuerpo sobre el cómodo colchón, bostezando y tallando sus adormilados ojos.

Tomó una profunda respiración y quitando las sábanas, sale de su cama. Su mirada se dirige a los rayos del sol, colándose en su cuarto. No es muy usual ese clima en Londres, por lo que Louis consideraba que cada vez que el sol salía y alumbraba las calles, sería un buen día.

Continuando con su rutina diaria, sin siquiera hacer su cama, toma el desayuno, unas simples tostadas con mantequilla y té y se arregla para dirigirse a su trabajo. Antes de marcharse, abre lentamente la puerta de la habitación de su compañera de piso. Su hermana, quien se encuentra envuelta en sus sábanas, continúa durmiendo plácidamente y eso deja más tranquilo a Louis.

Al salir de su departamento, asegura cerrar correctamente la puerta y sin querer esperar el elevador, baja los cuatro pisos por las escaleras. Al llegar al portón del edificio, se coloca sus audífonos y reproduce una lista aleatoria. Camina por la acera, sintiendo la música y observando los edificios y locales que ya conoce de memoria.

Media hora y casi seis canciones después, Louis llega a la calle donde trabaja. En la esquina, la señora que alimenta a las palomas lo saluda y él sonríe de vuelta. Más adelante, cuando llega justo delante de su local de trabajo, Robin, el dueño del local de enfrente, lo saluda de igual manera.

−¡Buenos días, Louis!

−¡Buenos días, Robin!

−Bonito día, ¿no crees?−aquel amable señor, sonríe, haciendo que sus ojos se achiquen.

−Muy hermoso, desde hace días no amanecía tan soleado. Ojalá más días fueran así−habla Louis sintiendo el cosquilleo de aquellos rayos en su piel.

Algo que todos sabían acerca de Louis era que amaba el verano. El sol, la playa, el calor. Desde pequeño había querido ir a la playa, disfrutar de aquella experiencia en el océano y sentir el sol en su pálida piel, pero el vivir en una ciudad como Londres dificultaba esa meta. Uno de los sueños de Louis era vivir en una casa en la playa y cuando quisiera, recorrer la arena con sus pies descalzos o ver el atardecer.

−Que tengas un buen día, Robin−concluye Louis al ver a una joven mujer con un pequeño acercándose al negocio de Robin, para comprar alguna fruta.

Esa calle era bastante transitada. No tanto por turistas, más bien por residentes, pero si podías encontraré de vez en cuando algún curioso extranjero.

El negocio de Robin consistía en una tienda de frutas, bastante conocida por todos los vecinos, caracterizada por vender fruta fresca, jugosa. Siempre saludaba a Robin, lo conocía desde que compró el local de enfrente para abrir su propio negocio. No conocía mucho acerca de él, solo que estaba casado, tenía dos hijos y que le gustaba mucho los cupcakes de vainilla, por eso Louis siempre le regalaba algunos. Aunque, de vez en cuando, Robin le contaba acerca de sus hijos y Louis los escuchaba encantado.

Encuentra la llave correspondiente y se adentra en el lugar, haciendo sonar la campanita.

Aquel lugar no era demasiado grande, pero tampoco muy pequeño. Las paredes pintadas de distintos colores cremas, combinados entre sí, con muchos retratos de postres decorándolas. Unas pocas mesas, cinco tal vez, un mostrador amplio y una cocina pequeña y cómoda, el lugar de Louis.

El lugar se encuentra vacío, apenas son las 9:00 AM, pero el aroma característico del local nunca lo abandona. Una mezcla entre canela y vainilla, que lejos de ser desagradable transmiten una vibra hogareña, algo de lo que Louis está contento de haber logrado.

Cupcakes and Fruits (O.S Larry Stylinson)Where stories live. Discover now