-Te has tragado otras cosas. - Se bufó. - Solo adelanta la cuestión que a nadie le importa que semestre hacías o como estaba el clima, ve al meollo del asunto, quieres? -

-En un hoyo vas a estar tu más tarde. - Chocó sus hombros juntos mientras Luisita ponía los ojos en blanco. - Vale pues vamos allá. - Suspiró pesadamente e inició...







Para los universitarios era bastante común salir de fiesta desde los jueves noches, estos días eran llamados incluso "juernes", las discotecas usualmente tenían barra libre y los excesos eran el plus que como estudiantes a veces necesitaban para divertirse y obviar su paso por los parciales y exámenes finales.

Estar fuera de casa para ir a la universidad también representaba un cambio muy grande y por ello mismo en ocasiones algunos estudiantes no sabían cómo gestionarlos y terminaban perdiéndose en el camino de la carrera. Las fiestas, los excesos y el estrés académico a veces se prestaba para muchas cosas, es por esto que quien saliera de casa hacia la universidad tenía que tener las cosas muy claras de lo que quería y a dónde pretendía llegar incluso con los baches del camino.

Aquella ciudad en particular, era una ciudad estudiantil, quiere decir que la mayoría de su población es joven y universitaria. Un infierno pequeño lo llamaban los locales. Chicos que terminaban perdiéndose en el alcohol, el vicio de los juegos de azar, al sexo desenfrenado terminando en embarazos no deseados, deserción estudiantil y otras cosas más.

No era que fuera un mal lugar, pero había tanta libertad que se convertía en libertinaje, dirían los señores que en el parque se sentaban a fumar y hablar de la política y la juventud actual.

Aquella noche no era un "juernes" diferente, hacía frío pero como habitualmente, las discotecas alrededor de la plazuela central estaban a tope, los estudiantes deambulaban por allí comiendo, bebiendo y fumando en los andenes y de la misma forma en los edificios con azoteas se hacían fiestas hasta altas horas de la madrugadas, edificios en los que solo vivían estudiantes sin supervisión o límite alguno.

Había estado en la plazuela un rato en lo que encontraban plan ella y unos compañeros de la carrera, se decidieron por ir a una de esas azoteas aprovechar el buen ambiente, la buena música y algunos la oportunidad de ligar con gente intoxicada igual que ellos. Ella en particular había estado hablando con un chico que le parecía interesante por mensajes y este pasaba a estar en aquella fiesta de azotea así que saber esto le animó aún más a ir hasta allí.

Subiendo por las escaleras de un edificio de tres pisos hasta la azotea el olor a marihuana se hacía cada vez más intenso, la música era estruendosa y el alcohol estaba por doquier, hizo contacto visual con el chico que le gustaba y luego de unos tragos y algo de baile este le ofreció ir hasta una de las habitaciones, ella algo escéptica pero dispuesta se fue con él y todo iba bien hasta que el chico le ofreció un pase de coca.

A eso ella no le jalaba definitivamente así que declinó, el chico se puso pesado y ella terminó golpeándolo para salir de allí, corriendo probó la primera puerta que encontró del segundo piso abierta y allí se quedó esperando que aquel chico no se le ocurriera ir a buscarla o algo, estaba todo oscuro cuando de un momento a otro la puerta se abrió y dio paso a una chica que llevaba el cuerpo envuelto en una toalla corta y el cabello también.

Al encender la luz y pillarla allí ambas empezaron a gritar. - ¡Ahhhhhhhhh! -

-¡Ahhhhhhhh! -

-¡Ahhhhhhhh! -

-Okey esto es ridículo. - Paró una de ellas.

-Se puede saber quién coño eres tú y que haces en mi habitación? - La chica se aferró a la toalla en su pecho con miedo a que se le cayera.

Bandolera Where stories live. Discover now