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La mañana era fría y el cielo estaba nublado, Felix dormía plácidamente en su cama sin saber que en un minuto la alarma sonaría para anunciarle el comienzo del día y de su rutina.

Sus ojos se abrieron lentamente, acostumbrándose a la poca luz que entraba por la ventana de su habitación, tomó su celular y a duras penas logró callarlo. La noche anterior la pasó estudiando para cierto examen de filosofía que ha estado estresandolo durante un tiempo, que olvido cerrar las persianas que permitían al sol saludarle por las mañanas.

El sonido que provenía de lo que creía ser la cocina, le informaba que su roomie ya había despertado. Se sentó en la cama para estirar su cuerpo y se animó a colocarse sus pantuflas y dirigirse al baño del pasillo.

Por alguna razón, muchas veces escuchó a sus amigos quejarse de sus compañeros de cuarto o apartamento, era muy normal para las personas universitarias compartir habitaciones, ayudaban a tus gastos y tenías menos deberes que hacer, pero la verdad es que desde un principio era lo que más temía, encontrar a alguien sucio y desordenado o un pervertido que trajera todas las noches a alguien diferente y dejara sus condones usados en el pasillo.

Una vez su amigo Bang Chan llegó a la universidad con unas grandes ojeras en sus ojos, ese día explicó como su roomie pasó toda la noche teniendo sexo y casí hacía un hueco en la pared de tanto que la cama rechinaba contra esta. Se sorprendió al conocer a Changbin y darse cuenta que realmente era alguien muy tierno, jamas podía imaginarlo teniendo relaciones con una persona de la manera tan asquerosa como la explicó Chan, él era realmente un buen chico.

Pero Felix creía que él había sido bendecido por los dioses cuando conoció al mejor amigo de Changbin, Lee Minho, un hyung extremadamente calmado y pacifico, y que para suerte de Felix, ¡Buscaba roomie!

Felix no lo pensó dos veces y se ofreció a compartir apartamento con él, Lee no lo dudó un segundo y aceptó, la manera en la que Felix siempre estaba sonriendo y animando a todos le atraía en demasía, podría vivir para siempre con alguien que realmente se preocupara por él, y él estaba dispuesto a cuidar del menor todo el tiempo posible.

Desde que alquilaron su pequeño hogar, nunca tuvo de que quejarse, el que no fuesen amigos de antes les dio la fuerza para poner reglas y limites, su convivencia fue extremadamente buena, y aunque aún no se consideraban amigos tan cercanos, era cierto que podían confiarle su vida al otro, tenían una buena relación y esperaban que así durara para siempre.

El rubio terminó su aseo luego de un rato y salió del baño para darle los buenos días a Minho.

ㅡBuen día, hyungㅡsaludó el menor mientras abría el refrigerador y se servía un baso de jugo.

ㅡOh ¿Ya despertaste?ㅡle sonrió el pelinegro enternecido por la cara hinchada de Felix al despertarㅡsiéntate, hice desayuno para los dos.

Felix asintió y se sentó en el mesón de la cocina, dándole una vista de Minho.

Sus shorts de pijama dejaban ver sus trabajados muslos y su camiseta sin mangas, sus brazos marcados. El mayor no era una persona exageradamente musculosa, pero si lo suficiente para Felix, a veces él no podía evitar mirar a su hyung de esa manera, en serio quisiera no hacerlo, pero, era Minho, Lee Minho, todos en el instituto hablaban de lo extremadamente guapo que era, y Felix no era excepción.

ㅡAquí tienes, Lix, no te acostumbres tantoㅡbromeó mientras colocaba un plato de ramyeon al frente del rubio, interrumpiendo sus pensamientos, sus sucios pensamientos hacia su mayor.

ㅡGracias hyung.

Minho se sentó frente al menor, mirándolo con sus ojos brillantes mientras aquel comía. Felix no pudo dejar pasar las miradas hacia su persona.

say pleaseWhere stories live. Discover now