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-¿Por una rosa roja? ¡Qué ridiculez!

Y la lagartija, que era algo cínica, se echó a reír con todas sus ganas.

Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando en el misterio del amor.
De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra atravesó el jardín.

En el centro del parterre se levantaba un hermoso rosal, y al verle voló hacia él y se posó sobre una ramita.

-Dame una rosa roja -le gritó- y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal sacudió su cabeza

-Mis rosas son blancas -contestó-, blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve en la montaña. Pero ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizás él te dé lo que pides.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía en torno del viejo reloj de sol.

-Dame una rosa roja -le gritó- y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal sacudió su cabeza.

-Mis rosas son amarillas -respondió-, tan amarillas como los cabellos de las sirenas que se sientan sobre un tronco de árbol, más amarillas que el narciso que florece en los prados, antes de que llegue el segador con su hoz. Pero ve en busca de mi hermano, el que crece debajo de la ventana del estudiante y quizás él te dé lo que pides.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía debajo de la ventana del estudiante.

-Mis rosas son rojas -respondió-, tan rojas como las patas de las palomas, más rojas que los grandes abanicos de coral que el océano mece en sus abismos; pero el invierno ha helado mis venas, las heladas han marchitado mis botones, el huracán ha partido mis ramas, y no tendré ya rosas en todo este año.

-No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-. ¡Una sola rosa roja! ¿No hay ningún medio para que yo la consiga?

-Hay un medio -respondió el rosal-, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo.

-Dímelo -contestó el ruiseñor-. No soy asustadizo.

♦•♦•♦•♦•♦

Eh aquí la segunda parte.

El ruiseñor y la rosaWhere stories live. Discover now