—¿Harry Atwood?

Saca la cabeza de su escondite y busca al dueño de ese llamado, ve a un hombre acercándose con las manos en los bolsillos de sus vaqueros gastados color gris. Al subir se encuentra con un par de ojos oscuros, cabello castaño claro, un rostro de rasgos angulares y duros, con lineas de tensión y angustia, rabia y decepción en su mirada.

—Soy yo —responde, incorporándose.

El hombre se detiene a unos cuantos pasos de su banca, y lo examina, Harry percibe una mezcla de dos olores diferentes, su leopardo se eriza en su interior, la postura instintiva le indica que se mantenga a la defensiva... Pero para proteger su vínculo.

Porque este hombre, con esa rabia silenciosa inundando sus ojos, es un lobo. Y de ninguna forma puede tratarse de un solitario.

—Ven conmigo —dice él, bajando un poco los hombros.

Quizá trata de ocultar su propia tensión, pero eso no le ayuda en nada.

—No pienso ir a ninguna parte con un extraño. Tengo un vuelo que tomar.

El lobo le da una sonrisa torcida, burlona, que por un momento le recuerda a Seth Meyer.

—Lo harás —asegura, luego su voz se vuelve sombría cuando termina—. Se trata de Sage.

Un latido doloroso es lo que tarda en ponerse de pie, la necesidad violenta quema por dentro, incontrolable, incontenible, sus garras salen, sus colmillos duelen, como la culpa que siente por dentro.

El lobo le da una mirada rápida de pies a cabeza y luego se acerca para murmurar:

—Tranquilo, ¿o quieres terminar encerrado? —inquiere, haciendo un gesto hacia los policías que vigilaban este sector.

No importa la razón, los cambiantes no pueden pelearse en espacios públicos. Es un delito menor, pero penalizado con cuarenta y ocho horas encerrado.

—¿Dónde está ella? —Indaga, entre respiraciones agitadas.

La adrenalina hace que todo se vea diferente, sus sentidos se vuelven agudos, él podría rastrearla por su cuenta si quisiera, arremetería contra cualquier cosa que se interpusiera.

—Está segura dentro del territorio, hay mucho que explicar y poco tiempo. —Un gruñido bajo hace que el pecho del lobo se vuelva más grande cuando endereza su postura y lo mira a los ojos—. Controla a tu maldito animal y ven conmigo.

De reojo, Harry mira su maleta.

—No volverás a verla si subes a ese avión.

No es una amenaza, es simple y dolorosa honestidad, esas palabras salieron en un hilo de voz, impregnado con tristeza.

La decisión estaba tomada.

—¿Qué está sucediendo? —Harry cuestiona dentro de la camioneta del lobo.

Todavía no le ha dicho su nombre, y eso solo aumenta su inquietud.

—Dímelo tú, deberías saber que algo raro está pasando con ella.

Harry sisea, apoya el codo en el borde de la ventana cerrada y recarga su rostro contra el puño. Todo esto es tan confuso...

—El vínculo está bloqueado —admite.

—Hombre, eres un desastre como compañero.

Harry tiene ganas de cerrarle la boca de un puñetazo, pero necesita información.

—¿Qué pasa con ella?

Cualquier rastro de burla abandona el rostro del lobo.

—Hace dos días fuimos atacados por un infectado mientras ayudábamos a un herido al costado de la carretera rumbo al territorio forestal. —El lobo aprieta su agarre sobre el volante, la coloración de sus nudillos se desvanece con la fuerza—. Ella fue mordida —termina. Sus palabras golpean a Harry como bloques de acero estrellándose contra su cuerpo.

Omega [Moon Fighters 5.1]Where stories live. Discover now