CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO X

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El resto de los discípulos estaban muy alterados —y era la ira lo que propulsaba sus palabras y acciones en ese momento—.


Pero siendo honestos. ¿Quién no estaría enojado en una situación como esa? Robaron su cultivo y su Shizun casi muere envenenado. ¡Y la persona que había admitido hacer esto último sin duda alguna también era responsable de lo primero!


— Aunque entiendo como se sienten— comenzó a decir Mu Qingfang —Quizá lo mejor sea que , por el momento, se alejen de ella. Por lo menos hasta que la poción de la verdad esté lista.


Los jóvenes discípulos miraron a su Maestro.


En su Pico, Shen Qingqiu siempre los dejaba patear, golpear y maldecir a cualquiera —y a lo que fuera— que les produjera enojo.


Sin embargo esta vez el inmortal sólo les dio un asentimiento con la cabeza a modo de respuesta, indicándoles con un movimiento de su abanico que podían retirarse.


— Pero ¿Y Luo Shidi? ¿Acaso él también se quedará?— se atrevió a preguntar un prosélito lo bastante atrevido.


— Si deseas permanecer aquí y cuestionar a este Maestro, que así sea — el niño que había hablado con anterioridad sonrió al escuchar la autorización de su Shizun, dirigiéndole una sonrisa burlona a Luo Binghe — Sin embargo debes saber que las consecuencias por desafiarme son graves — prosiguió el erudito, con la mirada fría y llena de intenciones asesinas al tiempo que colocaba su mano sobre Xiu Ya.


Esa simple acción hizo que el rebelde adolescente temblara y saliera corriendo de la estancia.


El demonio le devolvió la sonrisa burlona mientras lo veía desaparecer.


¡Incluso sin su energía espiritual su Shizun todavía era muy hábil con el uso de su espada! ¡Y una espada seguía siendo un arma capaz de matarte!


— Mocosos ruidosos— gruño Liu Qingge.


— Su reacción no me sorprende. Es bastante probable que sus futuros hayan quedado arruinados por completo. Sin poder espiritual no pueden quedarse en la Secta y deberán regresar a sus hogares. Para muchos de ellos eso traerá una gran vergüenza a sus familias— explicó Mu Qingfang mientras terminaba de elaborar la pócima.


— Sí, como sea. ¿Ya terminaste?


Luo Binghe se dio la vuelta y miró a Shen Qingqiu.


Era obvio que el veneno que había ingerido antes aún se encontraba en su interior —podía verlo en la postura adoptada por su Maestro—. No obstante ahora solo tenía la potencia suficiente como para hacerlo sentir cansado.


— Sí, ya está lista — respondió el Señor de Can Qiao mientras se volteaba a verlo y sostenía un frasco en la mano.


La mujer que yacía en el suelo —y que se encontraba atada y con el cabello desaliñado— les lanzó a los tres una mirada bastante penetrante y agresiva.

EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTALOù les histoires vivent. Découvrez maintenant