Samca The Boss

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Dicen que la educación no se da en la escuela, sino que esta empieza en nuestro propio hogar.
Siempre nos hablan de lo importante que es tener un papá y una mamá que se ocupen de nosotros, de los valores que nos deben de enseñar nuestros padres para formarnos como personas decentes, tener educación, etc. Pero... ¿qué pasa con las amistades? Si, es cierto, la educación empieza en nuestro hogar, pero muchas de las experiencias que nos marcarán para el resto de nuestras vidas no pasan siempre en nuestra casa, ni siquiera encerrado en cuatro paredes. Lamentablemente, justo este era el caso del pobre Pepe, el cual prefería pasarse el día en su computadora, o como su padre se refería a ella ya sea de forma despectiva o por el simple hecho de no importarle saber el término correcto "el aparato ese". Pepe era el más duro del barrio tirando pasos calientes de dembow o cantando a todo pulmón las letras de las canciones que más le ​tripeaban,​ pero no tenía amigos con los cuales jugar, nunca había tenido la experiencia de irse a un patio ajeno con el corito a robarse unos mangos con miedo a que los agarrasen, o jugar "bitilla" en el medio de la calle sin importarles las quejas de las vecinas y las doñas de la comunidad que los acusaran de delincuentes por hacer cosas de muchachos de esa edad. Pepe nunca había experimentado algo así, pero eso no significaba que anhelaba tener amigos, a veces lo hacía e incluso intentaba acercarse a algún grupo de muchachos en el barrio para integrarse al juego, pero el pobre niño solía ser tan marginado por los demás que se convirtió en una especie de costumbre burlarse de él e ignorarlo.

Pero lo que nunca hubiera imaginado que quien se convertiría en su fiel compañero por años no sería precisamente el tipo de amigo que tenía en mente.

Pepe vivía en un pequeño sector perteneciente a un pueblo en una provincia del sur, específicamente, la urbanización de Hoyo Hondo. Era un lugar bastante limpio, pero no necesariamente el más tranquilo, pero tampoco era especialmente peligroso, era como cualquier comunidad promedio de un pueblo de aquí; tenía sus par de colmadones, figuras distintivas del lugar, sus líderes políticos destacables, sus respectivos atracadores y personajes destacables como "El Loco Manfri", quien era un viejo turista polaco llamado Mamfret Puyinski, quien había venido hace muchos años al país, y el cual por desfavorables situaciones de la vida lo perdió todo, cayó en los vicios del alcohol y alguna manera llegó a parar a Hoyo Hondo, nadie sabe realmente cómo llegó hasta allá y por qué ese sitio, pero de algo estamos claro, nadie pega los cables de electricidad como él cuando te cortan la luz.

Un día, después de una acalorada discusión en el hogar de Pepe que había terminado en agresión hacia Aynellys, producto de otra noche de descontrol de su padre, el pequeño, que en este entonces habría tenido unos siete u ocho años, se dirigió hacia donde su padre, y le plantó cara como todo un hombrecito y le exclamó:

Pepe: -Yo pensaba que Manfri era loco, pero él es más normal que tú.

La reacción del padre ante el comentario acusativo del niño no fue otra que responderle con una bofetada en dirección diagonal, un izquierdazo dado con una mano delirante y temblorosa que se ajustó en el momento preciso para descargar su rabia. La fuerza del golpe fue más que suficiente para hacer caer a muchacho de espaldas con tal fuerza que su cabeza tambaleante golpeó fuertemente con el lateral de la mesa del comedor.

Pepe cayó inconsciente en el piso con una herida detrás de su cabeza que comenzaba a sangrar cada vez más. Aynellys, quien se había atrincherado en su habitación, intimidada por la deleznable actitud de Roberto, salió corriendo de la habitación cuando escuchó un golpe seco contra el piso, seguido por un silencio mortal que inundaba el comedor. Al ver a su pequeño este corre hacia él y lo toma entre sus brazos, como poniéndose en medio de él y el descontrolado ser a su lado.

El Pepe y SamcaOnde histórias criam vida. Descubra agora