-No sabes nada de mí, te odio y tu me odias a mí, eso no debe cambiar y bien lo sabes Alexander, tu eres muy diferente a mi por varias razones pero la principal es que tu tienes moral, en cambio yo soy una despiadada asesina que no dudaría en matar si eso me da la victoria, eres moralmente correcto, yo no y eso me encanta, tienes ese maldito rayo de luz entre medio de toda la tempestad que yo tengo a mi alrededor- rebatió con burla.

-Vic cielo no tienes ni idea de los alcances a los que llegaría solamente por ti por lo que con gusto asesinaría a alguien que te ponga en peligro porque ese deber está reservado para mí, yo soy tu mayor contrincante así que seré yo quien te matara si intentas dañarme- le confesé.

-Nunca digas que podrás ganarme en alguna batalla, porque te hundirás cuantas veces quiera- me advirtió.

-Estaría dispuesto a todo lo que tenga que ver contigo si eso me hace digno de ti - contraataque.

Se quedó callada con una mirada melancólica en sus orbes que me apretujo el corazón por verla así de herida, parecía que sufría por algo pero yo no la dejaría ir tan fácil ahora que le había dicho todo lo que pasaba por mi mente, sin saber más le coloque la mano sobre la mejilla ocasionando que un temblor la recorrió por completo.

-¿Nerviosa?- pregunté, importando poco como presiono con más fuerza el arma en el costado de mi cuello donde tenía el corte reciente.

Rio al mismo tiempo que bajaba la mirada por unos minutos.

-¿Nerviosa? ¿Por ti?, Vital por favor ni tú ni nadie me pone nerviosa así que cambia de estrategia cuando quieras coquetear conmigo - me dijo con firmeza.

A la mierda la cordura.

A la mierda mi puesto en la policía, sí tenía que dejarlo para estar con ella me daría igual renunciar a todo solo por esa mujer.

Levanté su mentón con mi dedo índice al instante que le preguntaba.

-Puedo besarte?- pregunté con una sonrisa en mis labios y tratando de sostener su cintura como lo hice unas horas atrás en esa fiesta.

Se quedó callada por unos instantes al momento que me reprochaba.

-¿No me has prestado atención por pensar en eso?- interrogó enfadada.

Sonreí al mismo tiempo que le respondía.

-En eso y en lo hermosa que te ves con mi ropa- alegue con picardia.

-¿En serio piensas que tienes el privilegio que poder besarme?- me pregunto jugando con el gatillo.

Rocé sus labios al mismo tiempo que le decía.

-He esperado mucho por ti, puedo jugar contigo hasta que logre mi cometido y eso es tenerte en mis brazos de una manera muy especial- le dije

Estaba por contestar mientras me demostraba todo el odio que sentía por mi al momento que apretó con fuerza el gatillo logrando que supiera que no estaba cargada, iba a hablar para reírme de ella por su estúpido intento de acribillarme pero la puerta de mi habitación se abrió de golpe dejando a Máximo en medio de la entrada con el arma arriba y una mueca de odio que surcó sus facciones por unos minutos al mismo tiempo que reía a carcajadas.

-Sabía que se gustaban, era tan obvio que hasta pensé que estaba idiota por imaginar eso pero ya veo que no- dijo con la risa sin cesar.

Victoria se alejó de mí al mismo instante que se guardaba el arma entre los pantalones del pijama que tenía como vestimenta, baje la mirada al suelo donde se encontraban sus zapatos de tacón y mis zapatos de fiesta que tenían menos uso que toda mi habitación ya que cambiaba de casa cada dos por tres.

Salí de mi habitación siguiendo los pasos de ambos hermanos mientras murmuraban cosas incomprensibles para mí ya que estaba un poco más lejos de ellos tratando de darles espacio, sabía que el magnífico Máximo era hermano de Victoria por simple coincidencia ya que el niño preocupado casi me arranca el pescuezo cuando saque a su hermana sobre mis brazos con gran rapidez.

Baje las escaleras que comenzaron al final del pasillo que tenía mi departamento, este contaba con dos pisos donde el segundo se separaba en un cuarto de baño frente a mi habitación y una habitación de huéspedes al lado de mi cuarto, al finalizar las escaleras te encontrabas la sala grande donde estaba el televisor y sillones que decoraban la estancia de color blanco, separados por una puerta en donde estaba la cocina donde me dirigí en silencio, para terminar la sala tenía un balcón donde se entraba por las puertas corredizas que se acoplaban a las paredes de la sala.

Preparé tres cafés al mismo tiempo que escuchaba los gritos de una mujer que acababa de darse cuenta de que sus lindos enamorados eran los culpables de que las luces se apagaran en su brillante fiesta donde ella era el blanco de todas las balas que tenían preparada Volkova y Petrova.

Camine hacía la sala con la bandeja donde había colocado los cafés mientras me aguantaba la risa que estaba a nada de salir por la cara espantada que tenía Victoria por toda la información que Máximo le estaba diciendo con seriedad sin apartar la mirada de mí, podía sentir que si él quería yo no saldría vivo de mi propia casa por el simple acontecimiento en el cual había sido protagonista con su hermana.

¿Qué culpa tenía yo que su hermana fuera de las solteras más codiciadas en toda Francia y a mi me gustara esa clase de mujeres?.

-Lo asesinaré como si fuera una maldita rata- advirtió hacía Máximo que aceptó el café que le ofrecí de mala gana.

Tomó un sorbo al mismo tiempo que examinaba el líquido negro que humeaba sobre su nariz.

-No te mataré Máximo si eso es lo que piensas, aunque no lo creas los somníferos los termine con tu hermana- le dije escondiendo mi sonrisa entre la taza, eso había sonado mal.

Victoria me asesino con la mirada al instante que volvía su azulado mirar hacía el frente donde su hermano la observaba con los ojos entrecerrados pero la burla impregnaba en sus facciones con tanta facilidad que con un mínimo gesto logras que se riera.

-¿Entonces qué tienes pensado hacer? Porque te recuerdo que en pocas palabras eres un secreto, esos malditos esperan que caiga para tomar mi mando, ¿No es mejor matarlos a todos de una sola manera?- contraataco con la maldad impregnada en su mirar.

La observé mientras bebía mi café en silencio.

-No lo hicieron solos y si los matas, los jefes que los mandaron vendrán por ti Aquila- le dije convencido de lo que decía.

El Adiós Dorado 1LWhere stories live. Discover now