Capítulo diecinueve: Estoy enferma

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—¿Un quirófano es tu lugar favorito?

—No es cualquiera quirófano —le dije y me senté entre sus piernas, apoyando mi cabeza en su hombro.

—¿Qué tiene de especial?

—Aquí murió el amor de mi vida y el de Fernando. En este quirófano murieron mi madre y mi hermano o hermana, nunca se supo que era. Desde ese día, Fernando lo mandó a cerrar y se replanteó si seguir en la medicina, pero...

—¿Pero?

Respiro hondo.

—Pero por mí no lo hizo. Gavi, yo no me quise deshacer de ti. Por Dios, cada día estaba más contenta, pero..., pero Gavi, yo me voy a morir.

—Gala, por favor, no...

—Tengo una enfermedad cardíaca —dije mientras las lágrimas que brotaban por mis mejillas, comenzaron a arderme —. Yo me voy a morir en cualquier momento.

—¿Qué estás diciendo, Gala?

—Yo no te quiero atar a mí, Gavi, porque —me levanté —..., esto que está aquí dentro, en el pecho no funciona.

Sus lágrimas abandonaron sus ojos y me miro sin dar crédito a lo que estaba diciéndole.

—Gavi...

—No lo entiendo. Espérate que piense. Déjame pensar, Gala, porque siento que me estoy volviendo loco.

Se levantó y caminó de allá para acá una, dos, tres veces o incluso más.

—¿Me estás diciendo que necesita un corazón nuevo?

—Sí.

—¿Y qué querías que rompiera el contrato porque te quieres alejar de...?

—Porque me voy a morir incluso antes de cumplir los dieciocho años. No hay un corazón compatible conmigo.

—Gala...

—Hace una semana tuve un infarto, lo que me pasó en la universidad, si era un preinfarto como tú dijiste. El mismo día que regresé a Madrid, por la tarde, tuve un infarto, porque colapse. Porque sí, porque me enteré de que mi compañera en la lista de espera, recibió un corazón y yo no tengo esa posibilidad.

—¿Cómo que no hay un corazón para ti? Por Dios, hay millones de personas que mueren al día.

—Pero ninguna tiene un corazón compatible conmigo —le grité entre lágrimas —. Sé que me voy a morir, pero tengo miedo. Gavi, estoy muerta de miedo —le dije y me abrazó.

—Tenemos que encontrar un corazón para ti. No te vas a morir, Gala. ¿Me oyes? No te vas a morir.

—Gavi, entiéndelo. —Me abrazó más fuerte.

—No, nunca lo voy a entender.

—Sí. Yo quiero que tú entiendas que me derrito por ti, pero yo ya no tengo tiempo —le dije —. Después del primer infarto, el segundo, en mi condición, es mortal. Tengo unos veintiocho días, como mucho, un mes. Y, claro, eso si no se me repite. Gavi...

—Cállate, Gala. Cállate por Dios —me dijo y me estrechó con fuerza contra su pecho.

—¿Quién sabe esto? —me pregunto.

—Fernando, mi ex entrenador de patinaje, tú y por supuesto, yo.

—Gala...

—Quiero, que después de mi muerte, te vuelvas a enamorar, seas el mejor futbolista y seas feliz con una persona que te quiera muchísimo.

—Gala, por favor, no me hables así.

—Por favor, promételo.

—Lo haré, pero prométeme tú a mí una cosa.

—¿El que?

—Si te llegas a..., bueno, a eso, me vas a esperar en la otra vida.

Lo abracé y comencé a llorar en alto junto a él.

—Promételo.

—Te lo prometo —le dije entre sollozos.

—No te puedes morir —dijo mientras seguíamos llorando, abrazados.

No sé cuánto tiempo pasó. Quizás pasaron horas o simplemente pasaron unos pocos minutos, pero se sentía como si hubiera pasado toda una vida y el corazón, al palpitar, se alineaba con el de él. Y es que, aunque no lo queramos, la vida se vuelve muchas veces complicada.

—Si algún día de estos, la vida me termina por soltar, Gavi, quiero que sepas que allá sé que encontraré la paz que solo conseguí entre tus brazos de una forma efímera.

—Te quiero muchísimo, Gala —dijo y acaricié su pelo con mis manos.

—Y yo a ti, Gavi. Y yo a ti.

—Joder, Gala —dijo entre lágrimas.

—Gavi, vive por mí, ¿okey? Vive como si, por respirar, tuvieras la suerte de devolverme la vida. Vive, Gavi.

—No te vayas, Gala. No puedes dejarme. Te necesito más de lo que puedes llegar a imaginar.

—Perdóname —le dije entre lágrimas y vi a Fernando en la puerta. Mirándome. Mirándonos. Y entonces vi como una gruesa lágrima se deslizaba por su mejilla.

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Nota de autora
Fernando, estoy segura de que Kaden Duperly y Danna Paola Palmer, estarán encantados de estar en tu clase en Todo es inestable a fuego.

Si fueran los Duperly, ya sabemos que hubieran secuestrado a una persona compatible y le hubieran arrancado el corazón. Es que los narcos Duperly. 😭❤️

Amor de contrato #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora