Capítulo quince: ¿Tú me quieres, Gala?

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—¡Mal perdedor!

—¡Ridícula!

—¿Ridícula yo? —Lo enfrenté cara a cara —. Yo por lo menos no tengo la necesidad de hacer un contrato falso para ocultar que eres un mujeriego como todos —le grite —. Eres lo peor que me ha pasado.

—Mira, en eso último si estamos de acuerdo. Y para tu información, listilla de mierda, tú fuiste la que me besaste por tus ataques de celos. Porque tu novio te puso los cuernos por lo bipolar e inestable que eres. Vas de mosquita muerta, pero bien que te interesa esto por dinero —dijo y mi mano viajó hasta su cara, dándole un cachetón.

—¡Eres una basura!

—¿Y tú que eres? Estoy harto de tus idas y venidas.

—¡Es un contrato!

—Solo nos faltó follar —dijo y juró por Dios, que si hubiera tenido el balón cerca se lo lanzaba a la cabeza.

—Perder ayer te hizo perder los papeles, ¿o qué coño te pasa? —le grité.

—Tú provocas que pierda los papeles —me dijo, cabreado y le tuve respeto —. No puedes darte el puto lujo de decirme prácticamente que estabas enamorada de mí y luego ponerte como te sale de ahí.

—¿No lo entiendes o qué?

—¿El que no entiendo, señorita Ponce?

El Ponce de su boca me ardió.

—No entiendes que lo que tú y yo, supuestamente tenemos, termina el puto cuatro de julio.

—Me queda claro.

—Perfecto.

—Bien.

—Genial.

—Magnífico —dijo y lo agarré de la camisa.

—Te odio.

—Lo que yo siento por ti es exactamente lo mismo, niñata.

—Eres un creído de mierda.

—Y tú una niña que solo se hace la víctima.

—Ojalá pierdas, gilipollas.

—¡Chupámela!

—Imbécil —le dije —. Vamos a ver cuando aprendes a jugar, gilipollas.

—Más que tu seguro que sé.

—Yo tampoco pretendo jugar al fútbol. Porque, por si no lo sabías, tengo una vida y sería incapaz de llevar la vida de mierda que llevas tú —le grité y lo empuje, pero fue tanto lo que lo empujé, que caí encima de él.

Me agarro de los antebrazos.

—¿Acaso quieres matarme o qué te pasa?

Comencé a moverme, intentando liberarme de su agarre, pero fue imposible.

—¡Suéltame!

—¡No te voy a soltar! —me gritó.

—¡Gavi! —grité y me lanzó al suelo, poniéndose encima de mí.

¡Una ambulancia, por favor!

¡Qué calor!

¡Qué bueno está!

—¿Qué parte de que no te voy a soltar no has entendido, Gala? —me preguntó.

—Gavi, suéltame o te lesiono.

—¿Me está amenazando la señorita Ponce?

—¡Sí!

—Que ganas tengo de que desaparezcas de mi puta vida —me gritó —. Eres lo peor que me ha pasado y sin duda alguna, estoy de acuerdo contigo. Quizás, hasta podríamos adelantar la finalización del contrato.

Amor de contrato #1 Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα