Los secretos de Christopher Sandler

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Hace años, en una colonia de Toronto, Canadá, había una casa relativamente elegante, fachada de color azul marino y una puerta de un agradable tono café con detalles de color blanco, las ventanas con marco blanco, también, en las que siempre se veían luces encendidas, fuera de esta había un jardín para nada pequeño, rodeado por una cerca de metal no muy alta, los árboles eran pocos, no tan poblados de hojas, pero tampoco al punto de estar muertos, dándole otra vibra a la casa, había también un camino de piedras desde la acera hasta la linda y grande puerta, y un olor agradable (como a comida recién hecha) rodeando el lugar, siempre

Mi casa, donde crecí, se encontraba cerca de aquella elegante residencia, pero había algo curioso en esto, ya que, desde que tengo memoria, nunca nos dejaron acercarnos a aquel lugar, el cual conocíamos como "La casa del señor Sandler"

Según lo que se contaba, en aquella casa vivían el señor Sandler y su esposa, o prometida, nadie sabía realmente, tengo recuerdos de mi madre caminando a paso rápido al pasar enfrente de aquella linda fachada, o regañarme por querer mirarla de más.
En los días de Halloween, fuera de la casa siempre había una canasta repleta de dulces, pero nunca nos dejaron tomar ni siquiera uno, la idea de acercarse más a la antigua residencia era una cosa inconcebible.

En cuanto al dueño de aquel lindo lugar, solo lo eh visto dos veces antes de los extraños sucesos, una, cuando estaba pequeño, y otra, de más grande, pero siempre se miró igual, usaba un saco de color café con algunos parches, era alto y de piel lechosa, el cabello corto y de un color castaño claro, ojos azules, definitivamente, nariz respingada y una expresión totalmente seria.

De niños siempre rechazamos el apellido "Sandler" el solo hecho de pensar en la residencia provocaba escalofríos, aunque no supiesemos la razón, conforme crecimos y llegamos a una edad de "rebeldía" , los "valientes" de la colonia, incluso caminábamos cerca de la fachada o pasábamos al lado de aquel alto hombre, aunque el miedo siguiese ahí, tratábamos de ocultarlo y hacernos los valientes, tal vez solo para atraer admiración de una linda chica o superioridad entre los demás en el colegio.

La curiosidad siguió creciendo y creciendo, y un día, cinco chicos de la colonia, incluyéndome, nos pusimos de acuerdo para tomar un puñado de caramelos de la canasta de Halloween.

El día llegó, nos juntamos avanzada la noche para empezar nuestro plan, nos paramos frente a la gran y elegante casa, y comenzamos a discutir sobre quién iría a tomar los dulces.

"¡Yo iré!, Por qué este puñado de cobardes no pondrían un pie en el camino de piedras de la entrada" dijo Ammi, la chica mayor del grupo.

Todos la miramos y otra pequeña discusión se generó, pero eso no evito que ella caminara lentamente hacia la canasta, miraba al suelo y los alrededores, como escaneando el lugar con la mirada, se quitó el sombrero de su disfraz (que era de bruja) y acercó la mano a la canasta, temblando, miró a la casa otra vez antes de por fin tomar un puñado de aquellos caramelos, se dispuso a correr en nuestra dirección, pero en el camino tropezó.
Nosotros estábamos en un estado completo de shock, nadie pudo ayudarla, cuando el pomo de la puerta giro y está se abrió, dejando ver al alto hombre parado ahí, ambos se miraron unos segundos, nosotros seguíamos quietos como plantas, nadie se movió un apice cuando el señor Sandler la tomo del brazo y la metió a la fuerza a la casa, el único que reaccionó después del portazo fue Malcolm, el hermano mayor de Ammi, gritó desesperado, sin atreverse a ir hacia la puerta de aquella residencia donde ahora estaba su hermana.

Pasamos ahí largo rato que nadie contó, velando con Malcolm por su hermana, dando vueltas alrededor de la casa, como perros encerrados en una cochera, orillados a ladrarle a quien fuera que pasará frente de ellos.
La desesperación nos consumía, ¿Ammi estará bien? ¿Que buscaba el señor Sandler con ella? Nadie podía responderse.

"¡Ammi salió, aquí está Ammi!" Gritó Alice en algún momento, todos corrimos a dónde estaba, y efectivamente, la castaña estaba ahí, de rodillas, mirando a la puerta de la casa.

Malcolm se tiró a su lado a abrazarla, pero Ammi no respondió, seguía estática, con la mirada perdida.
Tratamos de despertarla de su trance de muchas maneras, la sacudimos, le gritamos al oído, incluso le tapamos la respiración, pero nada resultó en lo absoluto. Malcolm se había rendido ya, lloraba abrazado a su hermanita, rogándole por qué reaccionara, pero ella seguía estática, todos estábamos ahí, mirando la triste escena, esperando a que Ammi reaccionará, Alice hizo un último intento, la tomo del hombro y le pregunto "¿Que te sucedió, Ammi?" Cómo por arte de magia, el brillo volvió a los ojos de la chica, quién apunto a la casa y como un robot dijo "Él... Christopher Sandler... Él tiene un secreto... Fue su culpa" nos quedamos mirándola, un escalofrío recorrió la espalda de todos, no dejaba de apuntar a la casa con el dedo, incluso Malcolm se alejo de ella, asustado de su propia hermana.

Fuimos a dejarla a su casa, y en el camino tomamos una desición, entraríamos a la residencia a investigar que había sucedido, la cobardía ya no era parte de nosotros, sólo queríamos recuperar a Ammi.

Alice nos rogó que no lo hiciéramos, pero la desición estaba tomada y no la dejaríamos por nada del mundo, fuera de la casa, Joseph dijo que escalaria hasta una habitación y nos dejaría entrar por la ventana, eso hicimos, como pudimos escalamos y entramos a la casa con cuidado, era más antigua de lo que pensábamos, el olor agradable que la rodeaba cambiaba dentro de esta, era un olor extraño, penetrante, ni siquiera podría describirlo, el tiempo parecía detenerse en aquellas adornadas paredes con tapices diferentes en cada habitación, a excepción de la sala y la cocina, que eran de un color grisáceo y apagado, no había rastro del señor Sandler ahí, que era bueno para nosotros, bajamos al sótano, por alguna razón, Malcolm encendió una vela, pues el olor ahí llegaba a ser desagradable, no había más que cofres y cajas apiladas, en la esquina había unas bolsas de basura, y en el centro, un dibujo o patrón algo extraño, al lado de un libro gigante, Joseph nos rogó salir de ahí, pues decía que no dejaba de zumbarle el oído, y que se volvería loco si seguía así, entonces salimos y Malcolm apagó la vela que nos alumbró en algún momento.

No encontramos al dueño de la casa ni a su supuesta esposa que debería de encontrarse ahí, el olor seguía siendo molesto, pero no a un punto tan desesperante.
Seguimos en los pasillos de la casa, que parecía ser infinita, aún sigilosos, y por milagro alguno, llegamos a la habitación en la que entramos, Malcolm nos detuvo, y apunto dentro, nos asomamos ligeramente y ahí estaba el señor Sandler, mirando por la ventana con mirada perdida, parecida a la de Ammi hacia unos minutos, u horas, no lo sabemos, Malcolm nos sugirió caminar hacia atrás, con una seña, y le obedecimos, pero paramos al chocar con Joseph en nuestras espaldas, al voltear, vimos al dueño de la casa, un gritó de miedo puro salió de los labios de Joseph, quién no alcanzo ni a correr, la imagen que tuve en frente fue realmente perturbadora.

De los brazos del señor Sandler, si es que les puedo llamar así, salieron algo parecidos a tentáculos que atraparon a Joseph, este trato de soltarse pero le fue en vano, yo corrí al sentirme en peligro, pues estaba justo al lado de él, Malcolm quiso seguirme, pero no pudo, pues también fue atrapado, me empujó y me gritó que corriera y saliera de ahí, lo opacaban los gritos del pobre Joseph, ni siquiera quería mirarlo, gritaba tan horrible que no me quería imaginar que le estaba sucediendo.

Corrí despavorido, siendo seguido por una de aquellas cosas que salían de el cuerpo de esa cosa, que no podría llamarse humano, entre a la habitación y me subí a la ventana, la cosa logro agarrarme el zapato y después el pie, recordé entonces la "espada" de madera que traía por mi disfraz y la saqué, comencé a darle golpes a eso, hasta que me soltó y pude salir, corrí y corrí a más no poder, aterrorizado, Alice me miró y yo solo la tomé del brazo para que corriera junto a mí.

Han pasado doce años desde aquel extraño día, Ammi despareció dos días después de ese Halloween, y a Joseph y Malcolm, jamás se les volvió a ver. Me mudé cuánto antes, pero todavía, cuando visito a mi madre miró aquella casa de reojo, anhelo el día en que la derrumben, en qué desaparezca de la faz de la tierra, por qué, hasta el día de hoy, nadie conoce los secretos de Christopher Sandler.

𝙼𝚒 𝙸𝚖𝚊𝚐𝚒𝚗𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗Where stories live. Discover now