Capítulo 3

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Rafael había pasado los últimos días vigilando a los jóvenes amantes, que aun sin saberlo, aumentaban su atracción el uno por el otro, el arcángel dudaba que su hermano intentase robar el tesoro de Dios. Aun así, se mantenía cerca de ambos, cuando Samael decidía que era volver al paraíso, el arcángel se quedaba a observar a la humana, aquella que era amada por Dios y el hombre.

Siempre desde la lejanía y sin ser descubierto jamás.

Lo que había notado hasta ese día era simple, aquella mujer era increíblemente hermosa de la cabeza a los pies e incluso era hermosa en sus decisiones y acciones. Estando más cerca de un ángel que de los humanos, el contraste entre ella y su esposo era claro. Adán era un idiota, mientras que era inteligente, él era vulgar y ella desbordaba elegancia, eran opuestos a pesar creados de la misma manera

—No entiendo... es una simple humana, entonces ¿por qué es tan encantadora?— se pregunto en voz alta mientras la observaba cantar junto a las aves del Edén.

—Es una pregunta que ni yo puedo responder— respondió a su espalda Samael, en ese momento el rostro de Rafael palideció, su misión se vio comprometida en ese momento, pero había descubierto lo que necesitaba.

—Sabes que no debes estar cerca de ella, nosotros no nos enamoramos como los humanos y el único humano que existe a parte de ella es su esposo, se enamorara tarde o temprano, lo quiera o no. — Aclaro el menor volteando a ver a su querido hermano mayor.

—Es algo injusto, el no la merece.— exclamo su descontento en voz alta.— No te preocupes Rafael, conozco mi lugar, solo quiero cuidarla.—

—Me gustaría ayudarte, pero no puedo ir en contra de la voluntad de padre.—

—Lo se, tampoco puedo hacerle eso a padre.—

Allí termino la vigilancia por parte de Rafael, confiando en que su hermano cuidaría a Lilith  desde las sombras, pero las visitas se hacían cada vez más constantes, de ser cada semana, pasaron a ser dos veces a la semana, cada tercer día y finalmente todos los días, se reunían, reían y jugaban. 

Ha Samael se le otorgo un don que incluso el desconocía, el don de las emociones humanas, aquellas que ningún otro ángel podría entender jamás. El se enamoro de Lilith en todo el tiempo que la conoció, ese sentimiento solo creció, haciéndose más fuerte con el pasar de los meses, hasta que un día no pudo ocultarlo. 

Como cualquier mañana, el se encontraba con Lilith, conversando sobre las cosas que les ocurrían, cuando Samael coloco su mano en la mejilla de esta, deteniendo su hablar de inmediato, y posando sus ojos azules en los brillantes del mayor.

—¿Sucede algo Samael?— La voz de la rubia sonaba nerviosa, con un ligero sonrojo presente en sus mejillas, sostuvo la mirada.

—Lo siento Lilith— Se disculpo con una voz que denotaba culpa.

—¿Por que te... —Sus palabras fueron interrumpidas por los labios color durazno del mayor, uniéndose con los de la rubia en un beso que era algo torpe, un beso prohibido, erróneo y deseado, deseado por ambos desde mucho tiempo atrás, las manos de la joven se sujetaron de los hombros del ángel mientras que el continuaba acariciando su mejilla, sus corazones gritaban por más de aquella sensación, mientras que sus mentes repetían que aquello no era correcto. Al separarse por falta de aire, esta tenía un fuerte color carmín adornando su rostro, con el cabello un poco desordenado por primera vez en su vida, unos labios hinchados y rojizos, la imagen más hermosa que Samael alguna vez vio. De cualquier forma el también era un desastre en ese momento.

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⏰ Last updated: Oct 20, 2022 ⏰

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