| | E P . 5 : Una Bendición Y Una Maldición | |

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Algo definitivamente no estaba bien

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Algo definitivamente no estaba bien.

No podía mover las piernas. Aunque era evidente el motivo, pues se habían fusionado y convertido en la aleta de un pescado con escamas de tonalidades opalinas. El otro muchacho también había sufrido la misma transformación, sus escamas eran de un tono guinda.

Él la cargó de forma nupcial y aleteó con fuerza para poder llegar a la superficie.

A penas su cuerpo dejó de tener contacto con el agua, sus piernas volvieron a despegarse y pudo sentir los dedos de sus pies.

Ambos lograron llegar a la orilla donde habían estado antes.

Él golpeó la arena con el puño cerrado.

—¡diablos! ¡sabía que algo había fallado! —se quejó—. ¿Por qué no funciono...?

Parecía dispuesto a seguir maldiciendo, pero Giyuu se levantó, temblando, con un trozo de madera algo pequeño que había encontrado cerca suyo, seguramente también había sido arrastrado por la corriente.

Lo apuntó con ímpetu en dirección al chico.

—¿Qué... qué me hiciste? —inquirió con voz temblorosa, sus manos se sacudían al igual que el resto de su cuerpo, no se podría decir con certeza si era debido al impacto o al frío de la noche.

Giyuu no solía alterarse con facilidad, pero eso había sido demasiado, no había explicación lógica que justificara el suceso reciente.

Estaba aterrada.

—¡Quiero respuestas! —demandó—. ¡A-ahora!

El muchacho alzó las manos, como pidiéndole que se relajará.

—whoa... podemos hablar de esto de forma civilizada. Baja la madera, ¿te parece, corazón?

—NO soy tu "corazón".

Giyuu no estaba de humor para recibir coqueteos o motes tiernos del desconocido. Acababa de transformarse en un condenado hibrido de humano y pescado, y estaba bastante segura de que dicha habilidad estaba recién desbloqueada.

El muchacho torció los labios y frunció el entrecejo.

—muy bien, sardina. Solo baja el condenado palito y escúchame.

Ella lo bajó un poco mientras volvía a hincharse frente a él, pero lo seguía agarrando con fuerza en caso de que él intentara hacer algo como con sus muslos, estaba bastante dispuesta a clavarselo en caso de ser necesario.

—¿Qué... qué pasó ahí abajo? ¿Qué fue lo que me hiciste? —volvió a preguntar—. ¿Eres un tritón o algo así?

Él bufó.

—preferimos que nos llamen sirenas. Y en el el sentido estricto de la palabra, se podría decir que sí. No entiendo por qué te estas haciendo la víctima, después de todo... tú fuiste quien aceptó el contrato conmigo en primer lugar —se echó el cabello hacia atrás y le dedicó una mirada un tanto burlesca mientras hablaba.

El Lamento De La Sirena | | K N Y | | A U | |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora