68. vives siempre en tus actos

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—Me estoy quedando con Guille un par de días, vamos a tomarnos un tiempo separadas.

Su papa se alejó, frunciendo el seño.

—A tal punto—

—No es nada malo. Lo decidimos las dos.

Una mentirilla blanca no iba a cambiar nada, pero Valentina sentía la necesidad de proteger a Juliana.

—Solo necesitamos un tiempo para poder centrarnos. ¿Entiendes?

—Suena maduro de su parte. ¿Estas bien?

Valentina se mordió el labio. Su papá la conocía demasiado bien. 

—Pues no, la verdad. Pero no hay nada que puedas hacer. Esto es entre mi novia y yo. Lo vamos a resolver entre nosotras, pero yo sé que siempre te puedo llamar o venir a verte si te necesito, papá.

León estuvo callado un momento, mientras la observaba. 

—¿Cuando creciste tanto?

Valentina sonrió.

Había pasado de a poco, y quizás el detonante había sido la "muerte" de su papá, pero conocer a Juliana, entender lo frágil que es la vida, lo mucho que vale, que ella no es el centro de universo...en ese momento fue en el cual al fin maduró.

Valentina suspiró.

—Ya quiero que Eva este de vuelta. Digo, nunca nos llevamos tan bien, pero...

Leon se rió.

Los pensamientos de Valentina se fueron por un camino que no tomaban a menudo. 

—¿Papá? La mayoría del tiempo desearía que mamá estuviera viva, pero despues de todo lo que paso con Eva y El Alacrán...es horrible, pero casi me alegré de que mamé no tuvo que ver a su hija mayor en la carcel.

Su mamá no es mas que un leve recuerdo en las esquinas mas reconditas de su memoría, suavidad, olor a ropa limpia y perfume dulce, el calor de un abrazo para el que tenía ponerse de puntitas y aun asi no le llegaba a los hombros.

—Para ella siempre fuimos esos niños perfectos que no hacían más que jugar y darles dolores de cabeza a Chivis. Nunca la decepcionamos.— Valentina se encogió de hombros—. No nos dio tiempo, la tuvimos con nosotros tan poquito.

Su papá la miró con esos ojos a los que siempre había sentido una conexión, los que incluso ahora reconocía como los de su papá aunque no lo habían sido siempre. 

—Nunca la hubieran decepcionado, sin importar que.

Valentina sonrió. 

—Nunca te lo pregunté, pero ¿que crees que habría dicho de mí y Juliana?

León le dio una palmada en la rodilla.

—Tu mamá habría adorado a Juliana, por muchos motivos pero sobre todo por lo feliz que te hace.

Valentina asintió. Siempre había querido creer eso. 

—Digo, quizás no ahorita...—bromeó Valentina. Su papa rió tambien. 

Pero sin importar que estaba pasando justo en ese momento, algo siempre sería verdad. Juliana era su felicidad.


🦋💀🦋

Juliana solo había visitado la casa de Mateo en pocas ocasiones, y solo una vez había entrado antes de este momento. 

Se encontraba esperando en la sala, luego de que la señora de la limpieza fuera a buscar a Mateo. Tenía un nudo en la boca del estómago, pero sabía que debía hacer esto.

Aquellas horas en el sofá habían tenido un profundo efecto en ella.

Iba a ver nuevamente a Linda pasado mañana, y por primera vez en semanas Juliana se sentía segura de todo lo que estaba haciendo en su vida. Hablar con Mateo era el siguiente paso.

En ese momento lo escuchó bajar por las escaleras. Juliana notó la sorpresa en su rostro apenas vió quien lo esperaba. La señora no le había preguntado su nombre, y seguramente la chica que habia dejado que su hija se dislocara la muñeca era la última persona que pensaba ver en el mundo.

Juliana tragó saliva.

—Hola Mateo. ¿Podemos platicar?

El se recuperó rapidamente de la sorpresa, y caminó hasta deterse frente suyo. 

—Claro, Juliana. Es un gusto verte.

La sonrisa de Mateo parecía sincera, pero Juliana estaba segura que como empresario el tenía que haber perfeccionado el arte de reaccionar de la mejor manera posible en todo momento. 

—Dani y yo acabamos de llegar, estabamos justo en casa de León. ¿Val vino contigo?

—No. No, vine sola. Yo...yo quería disculparme, por lo que pasó con Dani. 

Mateo asintió.

—Valentina ya habló conmigo. No te preocupes. Son cosas que pasan.

Juliana sacudió la cabeza. 

—Yo la estaba cuidando. Val había salido a la tienda, era mi responsabilidad. Fue mi culpa.

—Val no me dijo que habías estado tu sola con ella.

Juliana asintió. Esperó las palabras duras, pero nunca llegaron. Se dió cuenta de que estaba mirando los zapatos de Mateo, y alzó la mirada para verlo a los ojos. No encontró nada más que calma, lo usual en Mateo.

—Eso no cambia nada. Fue un accidente.

La expresion de sorpresa en su rostro debió haber sido muy visible, porque Mateo reaccionó de inmediato.

—Te agradezco mucho que hayas venido a hablar conmigo, pero si quieres que me enoje me temo que te voy a decepcionar.

Juliana no entendía lo que estaba sucediendo.

—Así son los niños. Se caen, se raspan, se meten cosas a la boca que no deben. Uno hace lo mejor que puede, pero no puede estar pendiente todo el tiempo. Yo sé que la proxima vez que Dani se quede con ustedes, vas a tener mas cuidado. Y ya está. Dani esta bien.

—¿Así de fácil?—preguntó Juliana, sin poder ocultar el sarcasmo en su voz. Pero Mateo tampoco reaccionó a ello.

—Así de fácil—contestó el, y luego puso su mano en el hombro de Juliana. Ella hizo un esfuerzo en no alejarse. Aparte de Valentina y su mamá, no estaba acostumbrada a ser tocada. —Juliana, somos familia, ¿vale?

Mateo apretó su hombro, y la calidez del gesto le creó un nudo en la garganta, muy diferente al que tenía cuando llegó. 

—¿Te quedas a comer?—preguntó Mateo. 

Un chillido la salvó de contestar. 

—¡Tía Juuuuuls!

Daní bajo las escaleras tan rápido que Juliana contuvo la respiración por puro reflejo, sintiendo el miedo de que Dani se tropezara y se lastimara el otro brazo, o peor. Pero la niña llegó a la planta baja sin ningún problema, y de inmediato siguió corriendo hacia ella, agitando una hoja de papel que llevaba en la mano. 

Se estrelló contras las rodillas de Juliana, y extendió la página tan alto como pudo. Juliana la tomó. 

—Mira, mira, mira. 

Juliana lo hizo. 

En el dibujo, había unos garabatos anaranjados con negro, frente a una especie de bola rosada con líneas grises. 

—Vaya—dijo ella—.  No pues. Que bonito. 

Miró a Dani, esperando que la sonrisa que fingía la convenciera. 

—¡Es la abuela fea del parque, y Juls!

Juliana reconoció el garabato en el papel, una cruda representación de la ropa que llevaba aquella mujer que había decidio atacarlas con sus palabras aquel día en el parque. Se sentía como un siglo atrás, pero claramente había dejado una marca en Dani.

—Ah. ¿Y que es esto?—preguntó, señalando una especie de forma roja detras del garabato que la representaba a ella. 

En vez de contestar, Dani echó a correr alrededor suyo, con un puño alzado.

Mateo vió el dibujo sobre su hombro, y rió.

—Ah. Es una capa de superheroe—dijo Mateo—. ¿Juliana es una superheroína?

—!Sí!—contestó Dani, y dejó de correr para abrazarse a sus rodillas. 

Juliana sentía la garganta apretada. ¿Como era posible que a Dani se le hubiera olvidado ya todo lo que paso en el apartamento, en el hospital? O que no le hubiera afectado tanto, para que tan poco tiempo despues ya estuviera de vuelta a lo normal. ¿Como podía dibujarla como una superheroína, cuando Juliana ni en un millón de años se pondría ese título a si misma?

—Juliana, entonces, ¿te quedas a comer?

Juliana miró a Mateo, y luego a Dani, que aún estaba colgada de sus piernas. 

Juliana asintió. Si de verdad quería hacer las cosas mejor...debía empezar ahora.

De Aquí A La Luna || JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora