Recordando nuestro sueño

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Estaba decidido: los pilares enfrentarían a Muzan una vez más. Irían a su escondite y desbaratarían sus planes, pero para ello necesitaban prepararse.

Guiados por el mismísimo Kagaya fueron hasta un depósito en la parte trasera de la residencia Ubuyashiki, en su interior les mostro algo sorprendente:

- Si llegado el caso no pudiesen detener su transformación a demonio necesitaran esto...

Y con ayuda de sus sirvientes les revelo a los reencarnados nada más y nada menos que sus antiguas armas. Estaban en muy buen estado para ser que hubieran pasado más de 100 años.

Todos tomaron sus respectivas armas y la sangre comenzó a bombear con fuerza en sus cuerpos, las armas los llamaban, pedian a gritos ser usadas nuevamente.

El patrón les proporciono un espacio a cada uno y hombres para que pudiesen entrenar ya que, pese a que sus habilidades continuaban intactas, necesitaban acostumbrarse al manejo de las armas nuevamente.

Los subordinados de Kagaya que se ofrecieron para ayudar a los reencarnados a entrenar fueron derrotados prácticamente en minutos, Sanemi e Iguro no mostraban piedad alguna con las personas, Mitsuri por su parte trataba a todos amablemente pero al momento de luchar también los derroto a todos. Gyomei en cambio no quiso ayudantes, pidió una sala para él solo y se encerró en la misma. El Pilar de la roca consideraba que su arma era la más peligrosa, esta era una gran hacha atada a una larga cadena y en la punta llevaba una pesada bola de pinchos. Gyomei pensaba que su poder destructivo era peligroso y temía hacer daño a alguien así que se encerró en la sala individual y parándose en el centro de la misma comenzó a hacer girar la gran bola a toda velocidad mientras inhalaba la mayor cantidad de aire posible, cuando logro controlar su respiración cerro los ojos y comenzó a lanzar ataques a su alrededor alternando el lanzamiento de la bola de pinchos con el hacha. Manejar las dos armas con la cadena le parecía tan natural como manejar su propio cuerpo, no podía negar que todo su ser parecía haber sido moldeado para esta labor: Su presteza en el manejo de las armas, su fuerza bruta y su tamaño, todo en él era para infligir daño, miedo, para amenazar a los demás. Sin embargo lo que menos quería el moreno era lastimar a alguien. 

Todo esto pasaba por la mente del mayor mientras entrenaba, estaba tan centrado pensando en ello que se sorprendió al escuchar la puerta de la sala deslizarse. En seguida se detuvo y la vio a ella, _____ su aprendiz, sosteniendo una espada nichirin en su mano. Ella lo miro y sonriendo le dijo.

- Sensei, me gustaría entrenar con usted, como en los viejos tiempos.

- ¿estas segura?- y agrego,- No creo poder contenerme en mis ataques.

- Me ofendería si lo hicieras.- dijo la joven mientras se arremangaba.- Nunca fuiste blando conmigo, siempre me tomaste como una igual lo cual me ha hecho muy feliz siempre, daré lo mejor de mí para seguirte el paso, sensei.

- No podía esperar menos de mi aprendiz....

Ambos adultos se lanzaron luchar, pronto el ruido de choque de las cadenas con la katana de ____ empezaron resonar por todo el lugar a y los ayudantes de la residencia se asomaban por las ventanas de la sala de entrenamiento para mirarlos.

- Ese tipo es de otro mundo, no creí que alguien pudiese luchar de esa manera.- comento uno.

- Es asombroso, y la chica es buena también,- dijo el otro,- puede seguirle el ritmo a ese gigante...

- ¿No era que ella no llegaba ni a Tsuchinoto? ¿Cómo puede luchar a la par de un pilar?

- Fácil.- contesto Sanemi que se les apareció por detrás a los dos sirvientes sin que se diesen cuenta y haciendo que se sobresalten.- ella no es pilar porque iba a la mayoría de las misiones con Himejima, por lo que la mayoría de los demonios que derrotaban se los adjudicaban a él.

Sueño de una noche- Himejima GyomeiWhere stories live. Discover now