Capítulo 8.

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Kayla.

09 de marzo, 2023.

Tiro de las maletas hasta la entrada de casa con Roma siguiéndome con su pequeña maleta color rosa chillón, busco las llaves en mi bolso, pero no las necesito porque la puerta se abre delante de mí revelando a una feliz y sonriente Irina.

—¡Al fin llegaron!

Se lanza a abrazarme haciéndome reír un poco por su reacción, después de mí le toca a "la niña consentida de tía" como mi hermana la llama así que después de los saludos mi hermana nos ayuda con las maletas y las dejamos a un lado de las escaleras para caminar hacia la sala, pero el grito que pega mi hija me asusta porque me quede un poco detrás de ellas para poder sacar mi móvil de mi bolso.

Cuando llego observo la fuente del grito de mi hija que la tiene en sus brazos, los ojos de mi padre se posan en mi haciéndome sonreír en otra ocasión en los últimos minutos desde que llegamos a casa, papá baja a Roma dejándola de lado para abrir sus brazos para mí, no pierdo tiempo y corro a los brazos de mi padre como posiblemente Roma lo ha hecho.

—Que bueno es volver a tener a mis chicas en mis brazos—deja un beso en mi cabeza.

Me alejo de él y su radiante sonrisa me hace ocultar mi cara en su pecho, siento como Irina y Roma se unen a nuestro abrazo que nos tiene así durante un rato.

—Ahora si, cuéntenme como les fue.

Nos sentamos en el sofá y cuento todo lo que pasamos esa semana en Baréin—con aportes de Roma—, incluso traje algunos regalos para ellos.

—Roma, cariño—llamó su atención—¿Quieres ir a ordenar tus cosas con la tía Irina?

—Sí, mami.

Le doy una mirada a mi hermana y ella asiente, se levanta y alza a Roma para ir hasta las maletas y subir las escaleras. Espero hasta que las escucho en el segundo piso para poder ver a mi padre a los ojos y sé que él sabe de lo que vamos a hablar.

—Vi las fotos—dice serio—No son muchas, pero las hay. ¿Cuando se vieron de nuevo?

—El primer día cuando llegamos, no sé cómo se dio cuenta—niego con la cabeza—Dijo algo de su hermano Lorenzo y es lo único que sé bien. No hemos hablado sobre cómo se dio cuenta, aunque era un poco obvio, todos en el garaje de McLaren andan susurrando cosas.

Asiente y se recuesta en el sofá, me agarra del brazo y me apoyo en un lado de su pecho.

—¿Roma no sabe nada?—dice acariciando mi cabello.

—No, hemos decidido esperar un poco más—suspiro—Que Charles se meta un poco más en su vida, me pidió que la llevara a algunas carreras. Más que todo a la Mónaco y Monza, le dije que no había problema.

Nos quedamos en silencio unos minutos voy a decir algo, pero el sonido de mi móvil me interrumpe. Me alejo de mi papá para poder ver mi móvil, cuando lo saco veo que se trata de una llamada, una llamada de Charles.

¿Acaso sabe que estamos hablando de él?

Dame un momento, papá—me levanto del sofá.

—¿Es él?—lo único que puedo hacer es asentir.

Me alejo un poco de la sala y contesto.

—¿Hola?

—Kayla, hola—su voz me hace tener un escalofrío—¿Llegaron bien?

Bum, bum, bum.

Concéntrate Kayla.

Bandera a Cuadros | Charles LeclercWhere stories live. Discover now