—Quitarle las bragas a mi prometida ¿No es obvio?

—Jayden estamos en...

—¿Desde cuándo es un problema follar aquí?

—Te odio —mascullo sabiendo que obvio ganó el juego, ya estoy caliente.

—Me amas, mentirosa.

Voltea la silla después de desprenderme de mis bragas.

—Mierda Heather, te ves increíblemente caliente así —murmura pasando su dedo por mis labios entreabiertos.

No tarda en deshacerse de mi camisa y mi falda mientras me levanta en brazos y camina junto a mí al baño de mi oficina.

• • • • • •

—Me tengo que ir —murmuro cuando siento las manos de Jayden nuevamente sobre mi cuerpo.

—Pero...

—Tenemos mucho tiempo para esto, rubio —le sonrío tomando sus mejillas y besando sus labios.

—Vale —suspira— ¿Quieres que te lleve?

Asiento, cuelgo mi bolso en mi hombro y me miro en el espejo confirmando que todo esté en su lugar.

Ambos salimos de la empresa y subimos a su auto.

—¿Qué pasó con tu moto? —pregunto mirando por la ventana.

—No la estoy utilizando —se encoje de hombros.

—Si tuviera una moto así la utilizaría todos los días, puedes atraer a muchas chicas —bromeo.

Me mira por unos segundos con el ceño fruncido.

—¿Por qué quisiera atraer a más chicas si ya te tengo a ti?

—Era una broma.

Asiente.

Frunzo el ceño porque parece estar a la defensiva y eso hace que mi corazón se acelere.

—¿Hay algo que me quieras decir?

—¿Yo? No ¿Por qué?

Niego.

—Por nada.

No digo nada más, no tardamos en llegar a mi apartamento. Le dije que hoy dormiría aquí así que él irá a el suyo.

—Mañana no habrá trabajo, recuérdalo. Te vengo a ver en la noche para ir al evento juntos —asiento— Te amo.

—También te amo, rubio —beso sus labios de manera rápida y después de despedirnos por unos minutos más subo el ascensor con los nervios al tope.

Abro la puerta y un Agus y un Andrew sentados en el sillón con una bolsa en el suelo me reciben.

—Fue idea de Andrew —se excusa Agus sin que yo lo logre entender a qué se refiere.

Me acerco a la bolsa y abro mis ojos con sorpresa al ver la cantidad de cajas con pruebas de embarazo que hay.

—Pero...

—Es mejor hacerte muchas que solo una —masculla Andrew con las mejillas rojas.

—Joder, no me hagan esto —toco mi pecho—, solo quería hacerme una para convencerme a mí misma de que saldría un resultado fijo.

—Bueno ¿Perdón?

—No... no te preocupes —susurro levantando la bolsa—. Bien, vamos allá.

Cuando camino a mi habitación ellos me siguen, caminan junto a mí y se quedan sentados en mi cama mientras me adentro al cuarto de baño con la bolsa en mi mano.

Quizás algún díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora