37 (PARTE DOS)

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Ya estoy en la casa de Mary

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Ya estoy en la casa de Mary.

Todos a mi alrededor parecen estar en una vibra muy diferente a la mía. Los amigos de Alana están recreando coreografías que vieron en... ¿TikTok? Lo que sea que signifique eso. Mientras que Alana está en la cocina, con su padre, ultimando los detalles de las pizzas. Se los escucha cantar y reír a carcajadas.

Mientras que, por mi parte, estoy en el sofá. Minerva, la gata de Mary, está sobre mi regazo. Y no por esto digo que estoy en una vibra diferente, sino que lo digo debido a que me encuentro nervioso. Muy. Demasiado.

Sin embargo, no me quiero ir. Sé que tranquilamente podría hacerlo, pero no siento la necesidad de huir. Quiero quedarme.

Quiero intentarlo.

Pero, lo que me pone nervioso, es no saber cómo sociabilizar, qué cosas hacer y qué cosas evitar. No tengo idea de nada y es eso lo que me inquieta.

Lo bueno de todo esto, es que esta actitud solo parece preocuparme a mí. El resto no parece notarlo, o si lo hacen, me dan su debido espacio. Sin la necesidad de verme como un bicho raro.

—¿Por qué estás con ese demonio? —. Alana se presenta y se sienta a mi lado. En cuanto Minerva nota su presencia, cambia por completo su actitud.

Antes de que llegara, estaba ronroneando, dejando que la acaricie. Ahora está tensa, moviendo su cola de manera inquieta.

—¿Qué le has hecho?

—¡Es ella la que siempre me ataca!

—¡Pero si es una dulce!

Minerva mira de muy mala manera a Alana y cuando ella intenta acariciarla, la gata se niega y se aleja para subir la escalera con mucha rapidez.

—La odio, gata del demonio —me río—. ¿Cómo estás?

—Un poco nervioso, pero bien. Es demasiado todo esto, y lo sabes más que nadie. Pero aquí quiero estar.

Le sonrío y me devuelve la mueca.

—¡Las pizzas ya están listas! —Grita Robert y los amigos de Alana se acercan a él como si fueran zombis hambrientos.

Todos se ubican en la mesa de madera que hay en la sala y empiezan a degustar las pizzas. Me siento al lado de Alana, cojo una porción y la como en silencio mientras que los demás hablan y ríen.

Cuentan anécdotas, y pese a que no estuve presente, me hacen sentir que sí. Me río de los chistes, de las historias y comparto algún que otro monosílabo como respuesta.

Me gusta lo que estoy presenciando. Hay una energía sana y bonita danzando a mi alrededor, y eso es algo que nunca he presenciado. Hasta esta noche.

He asistido a fiestas, pero las mismas se daban en El club de Los Oscuros. Y, por aquel entonces, me rodeaba la violencia, toxicidad y tristeza.

Cuando pase la tormenta Where stories live. Discover now