28| Adagio.

Depuis le début
                                    

—No es de tu incumbencia.

—¡Sí lo es!—vocifera.— ¡No deberías estar follando con ella, al menos no aquí!

—No estábamos...

—Te sugiero que cuides la forma en la que te diriges a ella si no quieres tener problemas—me interrumpe y escucho el escalofriante tono de Clay a mi espalda.

Nadir arruga el entrecejo y hace una mala cara.

—No me gustan las amenazas, niño.

—Bien, porque es una advertencia, no una amenaza, y créeme, yo no las hago en vano—enuncia estoico y algo me recorre la columna.

Nadir se toca la incipiente barbita oscura que le crece desigual alrededor de la cara y carraspea visiblemente incómodo. Lo entiendo. Todo el que no conoce a Clay tiene la misma reacción al enfrentarse a él: intimidación. ¿Quién diría que en realidad sería un osito cariñosito envuelto en un cuerpo de Max Steel?

—Como sea, tienes que estar en el escenario en dos minutos, estaba volviéndome loco buscándote, niña—concreta y procede a tomarme de la muñeca en un rápido movimiento, arrastrándome con él fuera del almacén.

—¡No quiero ir!—reniego intentando soltarme, y debo parecer un cerdito desquiciado chillando por su libertad cuando está en el matadero.

—Dice que no quiere ir—Clay nos adelanta, colocándose frente a Nadir como un muro inexpugnable.

—No tengo tiempo para lidiar con tus niñerías—el fastidio en la voz del manager es evidente.

—No. Irá. ¿Tendré que hacértelo entender a mi manera?

Hay un silencio tenso que dura solo un par de segundos porque la presencia de Bryce nos distrae a todos.

—¿Qué está sucediendo aquí?—increpa con una botella de agua en la mano, una camiseta oscura sin mangas a juego con unos pantalones apretados del mismo tono y botas de malo malote. Transpira un poco de las sienes, pero lleva un séquito de personas detrás que le retocan la ropa e incluso le retiran el sudor de la cara para que otra persona más le empolve la nariz.

—Prepárate para salir al escenario y cantar la canción para la chiquilla—ordena el representante y me tenso enseguida.

Miro a Bryce con ojos de corderito degollado esperando que reaccione y no me obligue a pasar por algo tan incómodo. Estrecha los ojos, dubitativo.

—¿No fui claro al decir que no lo haría?

—Déjate de tonterías.

—Bryce—lo atiza Clay, y por la mirada que comparten, aunque es fugaz, sé que acaban de mantener una conversación que solo ellos pueden entender.

Asiente y se masajea el cuello nervioso.

—Suelta a la chica, Nadir, estás dando una imagen horrible—dice sin más entregándole la botella a uno de sus minions. El hombre obedece y me deja libre por fin.— Si te sigues enojando así, te saldrán arrugas—dice Bryce jovial.

—Ya tengo arrugas por tu culpa.

—Pero están son peores. Estas son hemorroides y he escuchado que son dolorosísimas.

—¡Bryce!

Esboza una sonrisa ínfima.

—Tranquilo, ya tengo mi plan, todo saldrá bien. Ahora, si me disculpas, tengo que regresar al escenario.

Le regala a Clay un último asentimiento de cabeza y se marcha con energía, encendiendo el estadio entero con su aparición. Nadir se acomoda el saco de su traje con superioridad.

Indeleble [+18] [Libro 1 de la Bilogía Artes] DISPONIBLE EN LIBRERÍASOù les histoires vivent. Découvrez maintenant