25: Inesperados visitantes

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— Tu madre no puede producir comida del aire— dijo Hermione—. Nadie puede. La comida es la primera de las cinco Excepciones Principales a la Ley de Gamp de Transfiguración Element... 

— Oh, habla en español, ¿o no puedes? —dijo Ron, sacándose una espina de pescado de entre los dientes.

— ¡Es imposible fabricar una buena comida de la nada! Puedes convocarla si sabes donde está, puedes transformarla, puedes incrementar la cantidad si ya tienes un poco... 

— Bien, no te esfuerces en incrementar esta, es asquerosa —dijo Ron.

— ¡Harry tomo el pescado y yo hice lo mejor que pude con él! ¡He notado que siempre soy yo la que termina cocinando, supongo que porque soy una chica!

— ¡No, es porque se supone que eres la mejor haciendo magia! —replicó Ron, yo fruncí el ceño y levanté la varita apuntándole al pedazo carbonizado de pescado, volviéndolo un enorme pavo de navidad como en Hogwarts. Todos agrandaron los ojos y Ron escupió un pedazo carbonizado medio mordido— . Cambio de opinión.

— No tan rápido. Este hechizo de transformación es avanzado pero se atiene a la ley que dijo Hermione— partí el pollo en la mitad, mostrando lo negro que estaba la comida de verdad—. Es solo el aspecto, pero... creo que Morgana podría tener otros, estuvo fugitiva como nosotros, tuvo que comer por su cuenta. 

— ¿Por que no le preguntaste antes?— Ron me vio indignado—. Llevamos comiendo basura por semanas!

— Lo lamento tanto si mientras corremos por nuestras vidas practico hechizos de ofensa con Morgana en vez de pedirle un maldito libro de cocina!

— ¡Solo te estoy diciendo que puedes cocinar tu para la próxima para que no tengamos que comer esta asquerosidad! ¿Como eres la mejor en Transformaciones?

— La consentida de McGonagall ¿recuerdas?— guiñe un ojo.

Hermione saltó, y unos trozos de pescado asado se deslizaron del plato de lata hasta caer al piso.

— Puedes cocinar tú mañana, Ron, puedes buscar los ingredientes y probar un encantamiento que los transforme en algo digno de comerse, y yo me sentaré ahí y te pondré caras y me quejaré, para que puedas ver como... 

— ¡Callense! —dijo Harry, parándose de un salto, haciendo que mis piernas cayeran al suelo, di un quejido levantando ambas manos—. ¡Callense, ahora!

Hermione se veía ultrajada.

— Como puedes ponerte de parte de él, casi nunca cocina... 

— ¡Hermione, cállate, oigo a alguien!

Todo quedo en silencio, entonces, se oyeron voces.

— Conjuraste el encanto Muffliato sobre nosotros, ¿no? — le susurró a Hermione.

— Los hice todos — susurró en respuesta—. Muffliato, Repelente de Muggles y los Encantamientos Desilusionadores, todos ellos. 

— No deberían ser capaces de oírnos ni vernos, quienquiera que sean.— fruncí el ceño.

Fuertes ruidos de forcejeos y arañazos, mas el sonido de piedras y ramitas desalojadas, indicaba que varias personas estaban trepando por la empinada ladera que descendía hacia la angosta orilla donde estábamos con la carpa. Todos a la misma vez nos sacamos las varitas.

No solo eran los encantamientos que habíamos conjurado al alrededor debían ser suficientes, si no también los que yo había hecho del propio libro de Morgana y runas muy antiguas, era magia vieja y mas poderosa que los hechizos de hoy en día. Si eran Mortífagos, y aun así lograban cruzar las barreras, los usaría para dejar un mensaje a sus amiguitos.

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteOnde histórias criam vida. Descubra agora