Situación 2# Algo que Dazai nunca diría en voz alta

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Allá por el tiempo en que el Soukoku estaba apunto de cumplir un año de conocidos, ambos tenían algo más que hacer juntos más allá de practicar y eso era, estudiar.

En ese caso aprendían de Mori-San como su maestro particular. Aquel día  jefe de la mafia tenía una junta por lo que no le quedó de otra que dejarlos estudiar solos por una hora. Tal vez con ello aprenderían a ser más autónomos con su estudio.

Chuuya se apresuró a tomar el libro que tenía enfrente y comenzar con las tareas asignadas y así terminar lo antes posible para tomar un descanso. No hizo mucho caso a lo que su compañero hacía por lo que el lugar estaba en silencio.

Por su parte Dazai miraba por la ventana del edificio tan alto, pensando en cuanto tiempo tardaría en caer desde el quinceavo piso. Pero eso requeria de conocimientos de física para tener una respuesta más exacta y lo dejó pasar. Divagó en otras ideas más pero era lo mismo, y en su andar en las nubes, miró en dirección al pelirrojo que se había quedado dormido. Le dió algo de risa que no había pasado ni media hora desde que Mori había dejado la sala.

En ese momento pensó, que apesar de no tener mucho tiempo de conocer al pelirrojo tenían una sincronía espeluznante, y ya habían formado hasta su propio lenguaje para sus tácticas entre otras cosas . Así mismo; Chuuya había aprendido algunas mañas de Dazai cuando esté lo molestaba y viceversa por lo que ello ponía creativo al castaño a la hora de molestarlo.

Eso era algo estimulante y divertido, le agradaba estar con alguien de su misma edad y más aún quien lo estimulará, entendiera y más aún le permitiera ser el mismo. Pero eso jamás se lo diría a Chuuya, sería mostrar algo de debilidad y sabría que de alguna manera le atraía.

Y después de una mueca de vergüenza y un tanto de negación se acomodó sobre su asiento y de nuevo regreso a sus pensamientos recordando la misión de hace un mes. Todo había terminado cerca de la media noche.

Ambos habían salido corriendo con la adrenalina del momento por las calles solitarias, riendo a carcajadas por la cara que puso el enemigo al saber que dos niños lo habían vencido, dieron la vuelta para llegar a un callejón especial que llevaba a un túnel secreto de la mafia.

En ese momento solo chocaron los cinco, sintiendo el calor por segundos. Recordó esa sensación de querer tomarlo de la mano al salir corriendo y al chocar las manos, acorralarlo en una pared y plantarle un pequeño beso infantil por una gran victoria y en caso de haber sido rechazado solo decir que era una broma. Así no habría seriedad en el asunto en caso de que el pelirrojo no le gustara.

Todos esos pensamientos cursis pasaban en la mente de Dazai dejándolo vulnerable.

—¿Estas bien, Dazai? —Chuuya había llegado hasta su escritorio sin que él se hubiera dado cuenta, eso significaba que Dazai estaba más que pérdido en su imaginación.

—¡eeeeeeeh!— Despertó de sentón de su ensoñación.

—Estas todo rojo ¿Te sientes enfermo?— esta vez con más preocupación. El castaño estaba tan perdido que no imaginaba que sus mejillas estaban rojas.

—¿Qué? ¿De que hablas? —su corazón se alteró al igual que su respiración, era vergonzoso ver a Chuuya delante suyo después de haber imaginado tal escenario, tal cual como colegiala enamorada. —¡Metete en tus asuntos, chibi! —agarrando su libro a toda prisa escondiendo al cara.

—¿Eeeeeh? Yo solo pregunté si estabas bien— exclamó molesto con gran razón

—No necesito que preguntes, estoy bien — con puchero volteó a otro lado evitando tener contacto con Chuuya.

—¡Idiota! — gritó el pelirrojo molesto por la actitud de su compañero. Tomó sus cosas y se marchó.

...lo sé... Dijo Dazai en sus adentros con una especie de remordimiento por haber sido así con el pelirrojo.

Pero... ¿Cómo podría decirle?

Situaciones SoukokuWhere stories live. Discover now