El Comienzo

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-Mis Reinas... acaba de fallecer el señor Vladimir -con la voz quebrada y sus ojos al borde del llanto.

Nos quedamos viéndolo sorprendidas por la noticia, aunque ya sabíamos que el final se acercaba. Nos costó reaccionar hasta que nos miramos y rompimos el llanto de una forma desconsolada, nos abrazamos, abrazamos a Sergei. Hasta que decidimos entrar a su habitación donde dejo su último aliento, donde su alma se despego de su cuerpo, aunque seguía ahí postrado con los ojos cerrados aún con un poco de color en sus mejillas sus manos frías con sus anillos de oro, su pelo blanco-gris brilloso, su barba no tan larga prolija como siempre, su piel ya estaba pálida.

Sentadas las cuatro a su alrededor abrazándolo aunque ya no tiene sentido, lloramos con desespero. Le dimos un último beso y nos retiramos.

-Sergei, por favor, encárgate de los preparativos del funeral -le ordeno con la voz quebrada mientras seco mis lágrimas.

-Bien, me encargaré de todo. Llamare a nuestros aliados para que puedan despedirlo -me dice serio.

-¡¡No!! Vladimir quería que estemos sus más allegados, su gente. Era su último deseo nos lo dijo a nosotras hace dos días-. Estaba tan aturdida por el momento.

-De acuerdo. No sabía nada de... -Un poco desconcertado pero no lo dejo terminar de hablar.

-Lo sé, lo sé. Él era un viejo muy testarudo y terco, vos lo sabes muy bien.

-Si, lo sé -suelta una risita- No te preocupes, en cuanto esté todo listo las llamaré.

-Bien, nos iremos a preparar mientras tanto esperamos. Llama a Casilda a que lo vista bien en su funeral.

-En seguida la llamare -se retira del largo pasillo.

Al instante aparecen mis hermanas.

-No estaba preparada para esto -me abrazaba fuerte y sin parar de llorar.

-Él nos salvo, nos dio el amor de un padre -continuó Tamara mientras se nos une.

-Ninguna estaba preparada para esto, pero a todos nos tocara algún día -afirmó Catalina.

-Tenemos que ser fuertes, tenemos que estar más unidas que nunca chicas, eso es lo que él deseaba -me suelto del abrazo mirándolas a los ojos-, todas asintieron con la cabeza y nos retiramos del pasillo para ir cada una a su habitación a prepararnos para el funeral.

En ese preciso momento mi cabeza entró en una nebulosa confusa, hasta que llegaron a esos recuerdos que me costaron olvidar... recuerdos del pasado, donde todo comenzó. Tenía cinco años supongo, era hija única me tocó unos padres amorosos. Hasta que todo terminó en un accidente de autos donde mis padres murieron.


Estoy de pie enfrente a la tumba de mis padres, pequeñas lágrimas se asomaban bajando hacia mi rostro de manera lenta, tenía dolor mucho dolor, aunque no lo demostraba demasiado era solo una niña pequeña que no entendía nada pero si entendía que mamá y papá ya no estaban, estaba sola, sola y eso me llenaba de rabia. Al terminar el funeral, mi tía me agarro de la mano me llevó hacia el auto y fuimos a mi casa, a mi hogar que dejó de serlo en tan poco tiempo porque estaba destruido.

Había mucha gente, yo me paseaba por toda la casa recorriendo cada rincón, tocando las paredes, los muebles, los cuadros, las fotos donde estábamos los tres. Mientras seguía recorriendo escuchaba los murmullos de las señoras curiosas y metiches.

"Hay, pobrecita que nena tan desgraciada", "Qué Dios le tenga compasión se quedó sin mamá y papá", "Pobrecita esta nena con quién quedará, quién la cuidara", "Qué será de su vida y de su futuro", "Cuando sea grande traerá problemas, de seguro se mete en las drogas como los adolescentes de ahora", "Va a ser rebelde"

Las Cuatro ReinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora