He aquí mis pies en la orilla de un precipicio:
Frente a mí, a unos centímetros se encuentra el otro lado;
Sé que llegaré al otro lado si saltase, pero aún no lo hago.
Giro mi cuello y noto que detrás de mi no hay nada;
Vuelvo a girar mi cuello y frente a mi tampoco hay nada.
Me mantengo fijo, quieto; tanta es la presión que por momentos dejo de respirar.
Detrás de mí no hay nada, más siento que me empujan hacia adelante;
Miro hacia abajo y otra fuerza me empuja hacia atrás.
Finalmente miro hacia el otro lado y la calma vuelve a mí.
Me di cuenta, reconciliando mis ideas, que nadie está quieto.
Constantemente visualizo nuevos horizontes en mi vida;
Y es por eso que me siento inmóvil... Fijo.