Capítulo 3: Trece verrugas peludas

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Cuando te levantas de la cama un día de clase cualquiera, no piensas que vas a enseñar el culo y orinar en público en medio del jardín, y tampoco adivinas que de ahí en adelante las cosas van a ponerse más y más extrañas.Son solo las cuatro de la tarde y han muerto dos alumnos.

Técnicamente, uno podría pensar que los ha asesinado Evans, al lanzarlos contra los explosivos, que sigo sin comprender como han llegado ahí. Esa misma mañana pasé por ahí y no había nada. Pero lo cierto es que Evans no podía salvarlos. Los despojados habían arrancado demasiada piel como para que las víctimas fueran recuperadas. Hay un punto justo en el que un dámaro deja de serlo, cuando sufre cierto número de lamidas de la lengua de un despojado. Eso es porque además de la textura lijosa que arranca la piel, su saliva desprende una toxina que en cantidades suficientes mata a un humano y roba el alma de un dámaro. O al menos eso solían decir, en mi opinión está más relacionado con procesos químicos en el cerebro del dámaro que con su alma. Pero el resultado es el mismo, el dámaro pierde su identidad y se convierte en un animal de fuerza imparable y apetito voraz.

Ahora sí, si según nuestra religión los inválidos no tienen el alma de un animal, ¿por qué si los ataca un despojado también se vuelven despojados? Deberían simplemente morir como hacen los humanos. Otro prueba de que la religión no tiene la razón en todo o ha sido malinterpretada por la estupidez humana.

A pesar de lo peligrosos que son, los dámaros nunca matamos a un despojado a no ser que sea en defensa propia, pues nuestra tradición exige respeto por el guerrero que un día fueron. Vivirán para siempre en ese estado, en su mayor parte hibernan en las cuevas de las montañas. Sus víctimas ocasionales suelen ser humanos que se aventuran donde no deberían y guardias dámaros cuya función es proteger a los humanos de estos monstruos. En la actualidad, rara vez atacan los exteriores de la muralla de las ciudades cercanas a las montañas. En el último siglo, ha sido una plaga bastante controlada, que cause muertes eventuales.

Lo peculiar es que hayan llegado a Dámara. Llevaban décadas sin entrar en las ciudades, donde siempre hay guardias dámaros apostados en las murallas. No tengo ni idea de cómo han podido llegar esos tres ejemplares a la escuela.

Sin embargo, lo que tiene mi cabeza dando vueltas en espiral es Evans. ¿Cómo predijo el ataque? ¿Cómo ha podido matar cinco monstruos él solo? ¿Qué hizo para detonarlos?

La única forma de asesinar a un despojado es destrozándole el bazo. Sí, el bazo, ese órgano que en los humanos no es indispensable para la vida.Si un humano pierde el bazo, su hígado le echaría una mano para suplir algunas de sus funciones. Sin embargo, por alguna razón, los dámaros y los despojados no podemos vivir sin el bazo, y es literalmente el único punto del cuerpo de un despojado que los hace vulnerables. Según la Fylgja, el alma del animal que te posee habita en ese órgano.

Quizá no los detonara él, sino la persona con la que estaba hablando por teléfono. Pero, aun así, tendrían que saberlo con antelación.

—La chica iba a nuestra clase y el chico al nivel inferior —dice Cas a mi lado, sacándome de mi ensimismamiento—. Ella estaba a punto de graduarse.

Suspiro, guardando mi teléfono en la mochila. Todos losdámaros estudiamos en la misma escuela, por lo que somos tantos que no los conocía bien, pero lamento su terrible muerte.

El chico debía tener quince años o menos. Las clases en nuestra escuela se dividen en grupos de cuatro años, por eso Cas va a mi mismo nivel a pesar de tener yo veinte años y ella solo dieciséis.

Alzo la vista para mirar el portón de acero de la escuela que ahora permanece cerrado.

—Las noticias no especifican cómo ha podido ocurrir, ni por qué —me lamento, preguntándome si ha sido un ataque aislado o si tenemos que preocuparnos porque se repita.

Mi Piel DámaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora