Capítulo II: Nueva vida en Italia

Start from the beginning
                                    

-En efecto, me crié aquí pero no soy italiana. Mi padre de argentino y mi madre chilena-dijo secamente, sonreí.

-Sitios insignificantes sin duda... -dije en apenas un susurro, pero suficientemente alto para que me oyese, agachó la mirada derrotada.

*NOTA* (Lo siento de veras por los que son de allí, no es nada personal, Rubí es MALA :S Juro que a mí me da igual :) De hecho, me encanta el argentino ^^ *)

-¿Y-y tú de dónde eres originalmente?-me preguntó con sus ojos castaños clavados en los míos.

-Yo me críe y nací en Francia, mi padre es francés y mi madre española-sonreí burlonamente y me levanté de la cama tranquilamente.

-Oye... ya que eres nueva aquí-alzó una ceja sonriendo-¿Te gustaría venirte esta tarde con unos amigos y conmigo? Ya sabes, a conocer gente, divertirnos un rato y beber para despejarnos. ¿Qué te parece?

Abrí mucho los ojos. ¡Eso es justo lo que necesito para ver que se mueve por estos lados! Además podré conocer chicos y chicas y buscar nuevas víctimas... ¡Claro! sin olvidar que a Marzia se la tengo jurada, claro...

-¿De verdad?-pregunté emocionada.

-¡Pues claro amiga! Prepárate que esta noche hay fiesta-dijo levantándose de su cama y dando un giro sobre sí misma.

Ya verás pequeño incordio, vas a ver quién manda aquí, esta va a ser la gran noche de Rubí. Usaré mis encantos esta noche y conseguiré todo lo que quiera, como siempre.

Me metí a la ducha y tras lavarme el cuerpo y el pelo tres veces, salí de la ducha envuelta en una toalla. Salí del baño y me encontré con Marzia que estaba con su portátil encima, ella alzó la mirada para mirarme.

Pasé de su mirada curiosa y me puse a buscar ropa adecuada en mi armario. Tal vez un vestido estaría bien. Uno corto y escotado pero que no deje ver todo, algo que deje a los tíos con ganas de imaginarse cada curva de mi cuerpo, algo sencillamente espectacular.

-Para ser mestiza tienes un cuerpo pasable-dijo soltando una carcajada. Sonreí sin ni siquiera mirarla.

-Y tú para ser tan vulgar, sirves para un entretenimiento masculino de una noche. Algo es algo ¿verdad querida?-le pregunté girándome poco a poco y mirándola sonriente.

-Tienes mucha confianza en ti misma me parece a mí-dijo bajando la mirada y volviéndola a alzar con fiereza.

-¡Jum! Tengo mis motivos bien estructurados, mi confianza es lo que menos te debe preocupar-dije sacando del armario un vestido rosa, con escote en "V" una cinta de un rosa un poco más clarito por debajo del pecho y con un poco de volante por encima de la rodilla a la vez que un poco ajustado marcando bien mi cintura y parte de mi cadera.

-Lo mismo te digo "amiga" ya veremos cuál de las dos tiene la confianza mejor merecida-cogió un conjunto de ropa interior negro y entró al baño.

Intenté reprimir las ganas de reírme en su cara. ¿De verdad creía que iba a poder conmigo? ¡Por favor! Ella a mi lado no es más que un punto negro en medio de un universo blanco. La machacaré, voy a hacerle pagar el haber ido de lista conmigo, ella no es más que yo, y se lo voy a dejar bien en claro. "¡Cómo yo ninguna!" ni siquiera Mandy con su pelo negro azabache corto y sus ojos azules ha conseguido eclipsarme, muchísimo menos una niñata cómo tú, insignificante e ingrata...

Me has declarado la guerra... ¡Y yo tengo mejores armas para ganarla!

Me puse el vestido y me coloqué enfrente de un espejo que colgué en mi armario (que traje yo de Francia), busqué mi maquillaje en la maleta. Cogí mi neceser y comencé a maquillarme. Sombra rosa, delineador negro, brillo, rímel, un poco de colorete y lista. O más bien perfecta... ¡En fin...! Ahora sólo faltaba hacer algo con mi pelo... Busqué mis planchas y comencé a rizar mi pelo rubio blanquecino. Al final decidí hacerme un recogido sencillo dejando algo de pelo por mi espalda. Ahora sólo faltaban unos buenos tacones negros y ya.

Cuándo Marzia salió del baño yo ya estaba, humildemente, deslumbrante. Me miró de arriba abajo y comenzó a buscar un vestido que pudiese competir con el mío. Bostecé, aburrida y me senté en mi cama a esperar que la "princesita" se pusiese guapa.

Casi me duermo esperándola pero al fin me avisó de que podíamos irnos. La seguí por los pasillos de la uni hasta la salida, cual seguía sin saber muy bien dónde se encontraba. Salimos al exterior.

La seguí por las frías calles de Italia hasta que, después de no sé cuánto tiempo andando, llegamos a un bar, por así decirlo, en una calle de mala muerte.

He de decir que el sitio no estaba del todo mal. Había ambiente al menos, pero era un tanto vulgar, en fin... nada más que añadir.

Entramos por la puerta y una panda de babosos comenzaron a silbar y a decir gilipolleces.

-¡Ey guapas! ¿Queréis venir un ratito con nosotros?-dijo uno de ellos, más borracho que una cuba. Volqué los ojos.

-Déjalas burro que estas mondas sólo estarían con hombres-dijo otro pegándose un golpe en el pecho-como nosotros.

-¡En fin! El pan de cada día para mí-soltó Marzia echándose el pelo para atrás, ese pelo que de repente tenía ganas de arrancar...

-Si esto es el pan de cada día para ti imagínate para mí en Francia y claro, aquí también-repuse algo picada pero con una sonrisa.

-Lo que tú digas-susurró mirando a todos lados, ignorándome por completo.

¡Vale! ¡Me la suda! Aquí mismo me la cargo. A mí esta "tipita" no me habla así... Alcé los brazos hacia su cuello para poder estrujarla allí mismo. Me importada una mierda ir a la cárcel o lo que sea. Esta se va a la tumba en cero coma...

Marzia se echó a correr justo antes de que pudiese alcanzar su cuello y se colgó de un chico. Era alto, de un metro ochenta y algo a simple vista, fornido, guapo, de ojos verdes y pelo castaño. Llevaba barba, lo cual lo hacía ver más maduro y por lo tanto, más sexy.

-¡Amor!-soltó Marzia besándolo en los labios, él me miró atentamente y sonrió tenuemente.

-¿Y ella quién es?-preguntó dando un paso al frente.

-¡Ah, ella!-Marzia volcó los ojos y se puso al lado del chico- Es mi compañera de cuarto originaria de Francia y mestiza con españoles. Se llama Rubi...-dijo mirándome y sonriendo burlonamente. ¡Maldita chavala!

-"Rubí"-puntualicé con voz tierna-lleva acento, << Rubi>> no sé que es pero "Rubí" es una piedra preciosa-dije sonriendo dulcemente.

-¡Oh! Un fallo considerable en la pronunciación. Tu nombre es hermoso al igual que tú. Un placer conocerte Rubí, yo soy Paolo-dijo el chico inclinándose y besando mi mano con delicadeza.

Marzia, por primera vez desde que me conoce, manifestó su repulsión hacia mí apretando los puños con fuerza, clavando sus pies en el suelo con furia y mirándome con odio. Le sonreí al chico de forma imperceptiblemente seductora y luego a ella guiñándole un ojo.

Ya sé su punto débil y se lo voy a arrebatar...

Nunca Podrás ConmigoWhere stories live. Discover now