—¿Cómo sabe quién soy yo?

—Cómo ya te dije, llevamos buscándote mucho tiempo... Tres años y nueve meses, para ser exacta.

Sacudo la cabeza.

—Espere ¿Cómo dice?

Miro a Aragon, y él está mirándome fijamente, como un padre preocupado observa a sus hijos lanzarse de un columpio.

—Llevamos buscándote casi cuatro años, Aurora —habla la mujer, y yo la miro de nuevo— desde el día en que huiste del orfanato.

Trago saliva. Sentía la boca seca, casi estaba por desmayarme.

—No... No comprendo.

Ella sonríe.

—Seguro estás confundida. Hay mucho que no sabes y todo esto debe ser demasiado para ti. Vamos a mi oficina.

La mujer se da media vuelta y todos le abren paso y cuando lleva varios metros de distancia, las seis personas, se dan media vuelta sin mediar palabra y la siguen.

Yo miro a Aragon, aterrada, temblando de miedo mientras cientos de preguntas corren por mi cabeza.

—Tranquila —habla, antes de que yo pueda decir cualquier cosa y comienza a caminar.

Yo lo sigo, a paso lento, mirando para todos lados como una niña pequeña que acababa de entrar a un museo. Esa enorme ciudad se veía por entre las columnas y cuando miro hacia el cielo, veo lo que parece ser un velo, el mismo velo que había visto cuando Aragon nos hizo invisibles ante los policías.

Cruzamos todo el pasillo, hacia la derecha, detrás de las siete personas que iban delante de nosotros y por fin, llegamos a un cuarto de entre tantos que habían, y ahí, dentro de ese cuarto de dos pisos, deslumbro una biblioteca en el segundo piso y en el primero, una enorme ventana por la que entraba toda la luz del sol, y frente a esta, un gran escritorio, en donde la mujer se sentó en la primera silla y las seis personas se sentaron a su alrededor, tres de cada lado.

¿Dónde debía sentarme yo?

Esperé a que Aragon se sentara y me senté junto a él.

—Seguro te estarás preguntando —habla ella— quiénes somos todos nosotros y cómo dimos contigo.

No pudo haberlo dicho mejor.

Asiento.

—Hace tres años, vivías en un pequeño orfanato, en uno en el que conociste a un niño similar a ti.

Helix.

—Helix —confirma la mujer.

Y escuchar su nombre en voz alta, me produce un escalofrío que recorre mi piel.

—Usted... ¿Conoce a Helix?

—Helix fue adoptado hace tres años por un hijo de la noche y una hija del ocaso. Nuestros registros decían que él estaba ahí, y como no teníamos registro de ti, pues no sabíamos que estabas viva, ellos dieron con él, y una vez adoptado, Helix fue traído a vivir aquí, a Peverell.

Abro los ojos de par en par y el corazón me palpita rápido.

—¡¿Helix está aquí?!

Ella asiente.

Entonces, por unos segundos, tengo ganas de correr y buscarle...

—Fue él quien les habló a sus padres adoptivos de una pequeña hija del sol a la que había conocido dentro del orfanato.

—Helix... ¿Les habló de mí?

—Así es, y sus padres acudieron a nosotros, y cuando supimos que había una hija del sol que no estaba en nuestros registros, y luego supimos que eras la hija de Aldrich y de Amara, fuimos a buscarte.

La hija del Sol (GOLDEN #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora