Jayden parece un cascarrabias con las demás personas, pero cada vez que lo miro con los ojos entrecerrados cambia de cara y me ofrece una sonrisita, no sé porque, pero eso me hace sentir muy afortunada y hace que mi corazón se agite.

Después de un largo rato las personas comienzan a volver a el yate donde llegaron, así que el rubio y yo los imitamos subiendo a el de nosotros.

Frunzo el ceño cuando de la nada se me comienza antojar algo dulce, siento la necesidad de comer algo que contenga azúcar, no sé si es porque no he comido mucho después del almuerzo rápido que tuvimos o por alguna otra razón, pero ahora mismo quiero probar algo que tenga mucho, demasiado dulce.

—Jayden... —lo llamo mientras me acurruco en su pecho.

—Dime castaña.

—Quiero un chocolate —murmuro pasando mis dedos por su pecho aun húmedo por el agua.

—¿Chocolate?

—Sip.

—Vale, pero espera que lleguemos al crucero cariño, no sé de dónde sacar un chocolate ahora.

Hago un puchero y las ganas de llorar me abarcan, aunque aguanto las lágrimas que poco a poco se convierten en irritación.

¿Por qué siento tantas ganas de llorar y estar enojada a la misma vez?

Bufo y me separo del cuerpo de Jayden antes de sentarme en el otro extremo del asiento que hay aquí.

Me mira con una ceja enarcada.

—¿Estás bien? —lo ignoro mientras juego con mis dedos, imaginando que el color de esmalte de mis uñas es lo más importante e interesante que he visto jamás— Castaña... —lo sigo ignorando— Cariño —me llama nuevamente y sigo ignorándolo— Heather —volteo rápidamente hacia él mirándolo mientras separo mis labios con indignación.

—¿Por qué me dices Heather?

—Es tu nombre ¿No? —pregunta extrañado.

—Eres un idiota —mascullo—, tu siempre me dices castaña.

—Te dije castaña, pero me igno...

—Olvídalo —lo corto—, no quiero hablar.

—Pero...

—¡No quiero hablar! —chillo sintiendo como mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Qué pasa? —se acerca rápidamente a mi mientras toma mis mejillas mirando mis ojos llorosos.

Intento liberarme de su toque, pero no me deja.

—Dime que pasa castaña.

—No sé qué me pasa —lloriqueo.

—Bien, a ver, respira y...

—Estoy bien solo... —sorbo mi nariz, me siento ridícula—, seguro está por llegar mi periodo —digo mirando para otro lado porque sé que si lo miro romperé en llanto y ni siquiera entiendo el motivo.

—¿Quieres descansar o...? —niego.

—No, no te preocupes, solo quiero llegar y tomar una ducha para poder seguir con la noche juntos —asiente y no se separa de mi lado, me vuelvo a acurrucar contra él mientras sus dedos juegan con mi cabello— perdón por ser tan insoportable —murmuro.

—No eres insoportable castaña, entiendo que tienes cambios de humor y lo acepto, no soy capaz de enojarme contigo y menos por una tontería.

Asiento más tranquila. Después de unos minutos el yate se detiene y el hombre nos indica que es momento de volver al crucero, no tardamos en volver a nuestra habitación, inmediatamente entramos a la ducha después de tomar algo de ropa que utilizaremos para ir a la cena en el teatro que ofrecerá un show por el fin del viaje.

Quizás algún díaWhere stories live. Discover now