17. Me robaste lo único que quería

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Cómo pudo olvidarlo, Yibo es el enemigo, su enemigo. La persona que destruyó a su familia.

Cuando su llanto no parece cesar hace un lado al grande peluche que abrazaba para consolarse, prefiere mil veces algo sin vida que sean incapaces de sentir. Se pone de pie y camina al baño de su habitación, en el lavado, gira la perilla del agua para con esa agua lavarse la cara en un intento de que el agua borre las lágrimas.

—"Te odio, te odio, te odio maldito Yibo"—Repetía Zhan mientras lloraba, el agua que se echaba en el rostro no hacía nada para cubrir sus ojos rojos —"Te odio desde el fondo de mi corazón ojalá no existieras"

Como un flash recuerdos de su niñez aparecen, sus padres discutiendo y él en un rincón escondido...

Eso fue a los 5 años.

Un años después sus padres comenzaron a llevarse bien, ya no discutían, pasaban más tiempo en familia y su relación como pareja era estable, hasta consideraron la idea de tener un segundo hijo. Claro todo aquello fue pausado por el ascenso de su padre. Los primeros dos años fueron duros para todos pero lo lograron sobrellevar. Zhan no se podía quejar, tenía padres que lo querían y que por él intentaban tener buena armonía aún si muchas veces querían sacarse los ojos ya sea por celos o por la frustración que sentían.

No hubo discusiones fuertes y Xiao Zhan asumió que eso era un gran avance, las parejas a veces pueden tener desacuerdos, nada que no se pueda solucionar.

Cumpleaños 10, su padre no se encontraba presente. Luego se disculpó con un gran regalo que a Zhan realmente no le importo pero igual fingió estar emocionado.

Cumpleaños 11, su madre tuvo un contratiempo y no pudo llegar a tiempo. Según ella porque su jefe había prolongado el viaje. Mentira. Se encontraba muy encantada por un desconocido que olvidó hasta su propio hijo. Salió a la discoteca por pedido de sus amigas y fue cuando tuvo la suerte de conocer al hombre de sus sueños, Yibo. Se ofreció voluntariamente a tomar el lugar de una de sus colegas para quedarse unas horas más en Beijing,. Xiao Zhan recibo muchos besos de disculpa y un yo sé que tú entiendes a tu madre verdad cariño.

Zhan asintió, se un buen niño. Se repetía así mismo.

En su niñez no tuvo amigos, tanto niños como niñas querían una sola cosa. Jugar. La cosa más normal del mundo solo que Zhan no encajaba en ninguno de los dos géneros o eso decían sus padres. Los niños no porque juegan cosas peligrosas y siempre se meten en problemas. Niñas no porque es muy insípido y afeminado. Entonces mejor que permanezca encerrado armando las 200 piezas del rompecabezas.

Bien, a Zhan no le importa, siempre y cuando sus padres siempre estén con él. Nada importa.

Cumpleaños 13, ya no sabía dónde más esconderse, los gritos de sus padres resonaban por toda la casa. Lloró de frustración. Su cumpleaños la paso encerrado sollozando.

Cumpleaños 14, otra vez llorando porque sus padres ya estaban llegando a otro extremo. Separación y posteriormente acuerdo de divorcio.

Faltó al colegio constantemente por petición de su padre quien quería pasar tiempo junto a su único hijo mientras su madre al enterarse gritaba toda histérica. Acusando a su padre de estar metiéndole ideas y mal acostumbrandolo. Lo siguiente fueron las llegadas tardías y faltas por días de su padre todo por tratar de evitar una nueva discusión.

Tres meses después, Yang Lu informó fuerte y claro que dejará la mansión Xiao y que su hijo se irá con ella.

Más y más discusión ahora con toda la familia incluida, echándose la culpa unos a otros, al final Xiao Zhan decidió seguir a su madre, amaba mucho a su padre pero en este momento su madre es la que más lo necesitaba. Fue ingenuo al imaginarse a su madre viviendo sola y todo un drama formado en su cabeza de episodios dónde Yang Lu se encontraba llorando por estar sola y sin su hijo al lado. 

El ángel no es tan ¿Ángel? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora