James iba a replicar, pero un pequeño sollozo lo interrumpió. Ambos bajaron su mirada notando que Harry y Sam tenían pucheros en sus rostros, exigiendo atención.

–Estoy segura que eso lo sacaron de ti.

–¿A qué te refieres?

–El querer atención todo el tiempo.

–¡Hey! Yo no quiero atención todo el tiempo.

–Ay, por supuesto que sí. Podría estar horas hablando de veces en las que exigiste atención.

–Mientes.

–¿La vez en la que te pusiste celoso por mis cuidados hacia Remus?

–Fueron celos sanos.

–¿Cuando te ofendiste por mi tatuaje con Sirius?

–No me ofendí. –ella elevó una ceja. –No del todo.

–¿La vez en la que no me dejaste estudiar en Pociones por querer atención?

–No lo recuerdo.

–Tiraste a Sirius de su silla para que escapemos.

–Bien, sí lo recuerdo. Pero... fue divertido.

–Y aquella vez en la que hacías berrinches para que acaricie tu cabello.

–Bien, bien. Tú ganas.

Alex sonrió triunfante y bebió un poco de café. James, aún con rostro enojado, tomó su varita para conjurar su patronus, automáticamente Samantha y Harry chillaron de alegría y abrieron sus ojos con sorpresa.

Ellos amaban cuando James y Alex hacían eso.

–¡Ya vino la alegría de la casa!

Alex bufó y refregó su rostro con estrés. La llegada de Sirius implicaba descontrol y caos.

El pelinegro ingresó con una amplia sonrisa mientras dejaba su chaqueta de cuero sobre el suelo de forma descuidada. Pero con una sola mirada de Alex, la levantó para posarla sobre el respaldo de una silla.

–Vine a almorzar.

–¿Quién te invitó? –preguntó James.

–Yo mismo.

–¿Cocinarás tú?

–No, mi querida pelirroja. Porque tú haces la mejor comida del universo, sería una lastima que desperdiciemos un almuerzo juntos comiendo algo cocinado por mí.

–Sí, claro. –ironizó.

Sirius se agachó y besó la frente de ambos menores para luego hacer lo mismo con Alexandra, y finalmente golpear con fuerza la espalda de James.

–¿Qué comeremos?

–¿A este paso? Canuto hervido. –respondió ella apoyando sus codos en la mesa.

–¡Hey! Eres mala persona.

Alex le sacó la lengua y Sirius se dió la vuelta, saliendo de la cocina a paso lento. La pelirroja frunció el ceño, creyendo que este se había enojado o algo similar, con Sirius nunca se sabía.

–Sirius...

Pero dejó de hablar al ver que un perro negro entraba trotando y con la lengua afuera. Canuto llegó hasta Harry y Samantha y comenzó a correr en círculos a su alrededor, ladrando.

Los dos menores soltaron carcajadas y seguían con su vista al perro, que ahora estaba sentado frente a ellos mirándolos con atención.

Canuto ladró una vez más y pasó su lengua por lo largo de la mejilla de los mellizos, haciéndolos reír más fuerte.

THANTOPHOBIA; James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora