-Buenas tardes señorita Grindelwald –Me saludó el profesor Dumbledore mientras pasaba.

-Buenas tardes profesor –Contesté y al llegar al escritorio note que Hermione estaba sentada en una de las sillas.

-Verá la señorita Granger afirma que has robado algunos escritos de la sección prohibida de la biblioteca ¿Eso es cierto?

-Claro que no –Afirmé –Yo no soy una ladrona.

-Entonces ¿podría revisar tu mochila?

Yo sabía que Dumbledore comprendería mi situación y sin objeciones se la entregue, él comenzó a revisarla y los encontró, al principio le sorprendió verlos pero al ver el símbolo de mí abuelo lo tranquilizó.

-Por lo visto solo has estudiado más de la cuenta –Dijo Dumbledore y el semblante de Hermione cambio –Señorita Granger, me temo que ésta mal visto acusar a sus compañeros por cosas que no han hecho.

-Perdone profesor pero la información de esos escritos no la he visto en ningún libro de la biblioteca –Se defendió.

-Dudo que ya hayas leído cada libro de la biblioteca –Comenté mientras volteaba a verla –Espero que entiendas que no siempre tienes razón.

-Estoy estudiando abogacía, así que sí, siempre tendré la razón.

-¿Quieres apostarlo?

-¿A caso es lo único que saben hacer los gitanos como tú?

-Al menos mi sangre es limpia.

-¿Cómo lo sabes?

En realidad no estaba segura de que ella fuera sangre sucia así que tuve mucha suerte de acertar.

-Señoritas es suficiente –Intervino Dumbledore haciendo que volteáramos a verlo.

-¿Ya puedo retirarme? –Dije con un tono y sonrisa sarcástica.

-Sí, señorita Grindelwald ya puedes retirarte –Se giró a Hermione y dijo –Señorita Granger por única ocasión dejare que se vaya, sin embargo, procure no volver a hacerlo –Ella asintió y ambas salimos.

-Lilith.

-Para ti soy Grindelwald.

-Claro, ¿Qué se podía esperar de una serpiente como tú? Siempre creyéndose los mejores.

-Que te sientas inferior a mí no es mi problema.

-¿De dónde conoces a Bathilda? Llevo meses queriendo contactarla.

-Es pariente mía.

-¿Crees que puedas conseguirme una cita con ella? Me lo debes.

-¿Te lo debo?

-Sí, por tu culpa pase una terrible vergüenza con Dumbledore.

-Pero si fuiste tú la que me acusó.

-Pudiste evitarlo si me hubieras prestado los escritos.

-Ni pienses que te voy ayudar, tu actitud no lo merece.

Volví a dejarla sola en el pasillo, regresé al gran comedor y me deje caer en mi lugar.

-¿Todo bien? –Me preguntó Tom.

-Lilith, debes dejar de meterte en problemas –Dijo Charles al acercarse –Ya me dijeron que estuviste en dirección.

-¿Ahora qué hiciste? –Me reclamó Tom –Esto no está funcionando hermana, ¿No te das cuenta de que di mi palabra? ¿Quieres poner al menos un poco de tu parte? Ya no eres una jodida niña pequeña, compórtate como lo que se supone que eres, una Shelby.

La quinta Shelby.  Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora