Hacer lo correcto.

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Él negó con la cabeza y se fue a su oficina.

-¿Qué pasa Polly?

-Es Natalia, las cosas no van como esperábamos y su padre pronto regresará a Inglaterra.

Quizá estaba peleada con papá pero si tenía la oportunidad de ayudar a alguien más, lo haría.

-¿Dónde estarás?

-En el jardín.

-Te veo ahí en un rato ¿Sí?

-Está bien.

Caminé hasta la oficina de papá y antes de entrar me tuve que tragar mi orgullo.

- ¿Por qué no quieres que Natalia tenga a su bebé?

-Porque a veces la gente utiliza a los bebés para sacar provecho.

-¿Lo dices por experiencia propia?

-Mentiría si te digo que no.

-No conozco mucho a Natalia pero no se ve que sea una mala persona.

-Tal vez ella no, pero su novio si y no quiero que eso nos traiga problemas, lo hago por el bien de la familia ¿Entendido? Su padre es alguien con poder dentro y fuera de Inglaterra.

-¿Tú te cargaste esta responsabilidad?

-No precisamente, pero aquel hombre siempre nos vio como primera opción para las prácticas de su hija.

-¿Estás consciente de que no tienes ni voz ni voto en esto?

-¿De qué hablas?

-Papá ese hijo no es tuyo, tu cuerpo no es el que va a cambiar y fuera de que quizá el padre de Natalia ya no quiera hacer tratos contigo,  estoy segura que no tienes nada que perder.

-¿Qué quieres decir con todo eso?

-Que la única con el derecho de decidir sobre ese bebé es Natalia, ni tú, ni su padre tienen porque opinar, si yo estuviera en esa situación ¿Qué harías?

-Ni siquiera quiero pensar en eso.

-Deja esto en manos de Ada y Polly, ellas como mujeres pueden aconsejarla mejor, al final de cuentas es lo único que podemos hacer por ella.

-¿Y luego?

-Si lo quiere tener entonces ayudémosla y hagámoslo también si no lo quiere ¿Qué dices?

-Entiendo que ella tiene la última palabra pero...

-No es tu cuerpo, no es tu decisión.

-Está bien.

-Qué bueno que lo entiendas, voy al jardín con ellas.

-Claro.

Salí al jardín y ahí estaban las tres tomando un poco de té.

-Creí haber escuchado a alguien –Dijo Natalia cuándo me acerqué –Y no podía dormir.

-Mientras más tiempo pase, será peor –Polly me indicó que me sentara y yo me serví té –Créeme lo sé –Comenzó –Tenía 16 años y no me atrevía a comentarlo.

-Polly, sé que él volverá –Natalia insistía.

-¿Y si no? –Me metí, sé que ella sería la de la última palabra pero no quería que arruinara su futuro.

-Termine haciéndolo yo misma, aborte sin que me ayudaran –Siguió Polly–Y casi me muero, y él nunca volvió no vuelven.

-¿Por qué lo harían? –Agregó Ada.

-Y sabes cómo funciona, tú eres una puta y el bebé un bastardo.

-Pero no hay un insulto para el hombre que no vuelve –Bufé.

-Un día, el día de tu boda –Polly se inclinó –Tendrás un buen hombre a tu lado y me dirás "Polly, gracias, por tu sentido común" –Natalia solo estaba en silencio –Hay una mujer en Cardiff, tomaremos el tren mañana y luego iremos al castillo a despejarnos –Natalia asintió y algunas lágrimas corrieron por sus mejillas –Lilith –Me miró–Espero que esto te sirva como una lección, debes tener cuidado con los hombres ¿Entiendes?

-Tranquila Polly, no estaré con cualquiera.

-Lilith, nunca temas en contarnos cualquier cosa, debes tenernos confianza ¿Sí? –Dijo Ada mientras me sonreía.

-Claro –Ella me estiró los brazos y yo correspondí a darle un abrazo.

-Muy bien, ya verás Lilith que tu tendrás un futuro brillante –Dijo Polly.

-Claro que sí, eso es seguro, ésta niña será alguien grande –Siguió Ada.

-Tienes mucha suerte de tener mujeres fuertes en tu familia –Me confesó Natalia –Para ser honesta ellas dos me han ayudado mucho, me han explicado las cosas y mi decisión está tomada, aún soy muy joven para tener hijos y ya también perdí la fe en que él regrese.

Nos pusimos a almorzar y ahí caí en cuenta que la fuerza de la mujer aumenta cuando tienes apoyo.

La tarde del sábado pasó muy rápido, mi padre nos llevó de nuevo a Kings Cross para que pudiéramos regresar y todo el camino se mantuvo serio.

-Lilith ¿Podemos hablar rápido? –Pidió papá.

-Claro, ¿Qué sucede?

-Toma –Me extendió una carta –Aún confió en ti, en esa carta he dejado en claro que no quiero que estés en equitación, pude haberla entregado yo mismo pero confió en que aceptaras tu responsabilidad ¿Entendido? –Yo asentí –Nos vemos el próximo fin de semana –Me dio un beso en la frente y sin decir nada más yo me di la media vuelta y subí al tren.

Durante todo el camino me sentía extraña, mi cabeza estaba en un duelo y tenía miedo de no hacer lo correcto.

La quinta Shelby.  Libro 1Where stories live. Discover now