El Chico Que Una Vez Me Amó

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Juro que esa vez fue la primera vez que conocí la vergüenza extrema.

— ¡nunca dije nada de amor! Solo dije que pareces alguien agradable y es por eso que pienso cooperar contigo. — fue por eso que de inmediato te contradije, exaltada. De verdad estaba avergonzada porque no querías que lo malinterpretaras.

Aunque ya años después me daría cuenta de que sí, fue exactamente ese momento en el que me había enamorado completamente de ti.

Porque, Senku... Al igual que ahora, mi corazón se sigue acelerando y una sonrisa se forma en mi rostro cada vez que pienso en ti, no importa el porqué, solo sé que ese sentir mío es algo que no puedo evitarlo. No importa que.

Recuerdo que ese día fue la única vez que me hablaste del amor, que era ilógico y que solo traían problemas. Y sí, tenías mucha razón, el amor es problemático, porque de no ser así. ¿Cómo explicaría mi repentina confesión que como tal fue muy bochornosa para mí? Era ilógico. Tal como solías decir.

Mis mejillas aún ardían algo cuando nos acostamos a dormir, uno lejos del otro. Aunque ciertamente también esa vez fue cuando empezaste en llamarme con ese apodo horrible "leona" ja, ¿qué parte de un animal salvaje tengo? Nada, no soy una leona, Senku.

Solía molestarme por eso, pero con el tiempo supe que esa manía tuya de llamarme era una manera de demostrar lo que realmente pensabas de mí.

Los días siguientes logré descubrir aún más las cosas que podías hacer, era hechicería, porque de caballero no eras por tener una lengua de otra dimensión. Insolente, no te lo dije solo por qué me rescataste.

Sin embargo, tú me corregiste y te llamaste a ti mismo científico y ahí es donde tanto a mí como al resto de la aldea nos diste a conocer la ciencia.

Con ella nos mostraste que había muchas cosas que desconocíamos, nos enseñaste cuán grande puede llegar a ser la perseverancia del hombre para alcanzar lo que desea, paso a paso, y es por eso que ante muchas situaciones no importaba lo pequeño que era, siempre mantenías la mirada hacia adelante, sin siquiera dudarlo.

Estaba muy agradecida contigo por haber salvado a mi hermana, lloré un poco aquel día y tú te atreviste a mirarme con esa sonrisa peculiar tuya, diciendo que no era el momento para eso.

Ese día, a pesar de reclamarte por tus palabras, pensé que de verdad eras un hombre increíble, un chico que realmente merecía admiración y desde ese entonces sabía lo importante que llegarías a ser con todo lo que tú eras, Senku. Esa noche agradecí a los dioses por permitirte aparecer en nuestras vidas.

Con el tiempo, en medio de los proyectos que se daban, empecé a conocerte mejor. En medio de horas largas de trabajo y ya después de vencer al reino de Tsukasa, me di cuenta de muchas cosas que quizás los demás no lo hacían, ya que siempre te observaba.

Siempre tratabas de ocultar a través de esas palabras o detrás de la lógica tus sentimientos. Pero para mí, siempre fueron muy claros.

La vez que hablaste con Chrome para decidir quién usaría la máscara de gas de prueba, sabía que te ofreciste para que él viviera, era tu amigo y te entendía más que nadie. La vez que decidiste hacer el gorila vapor aún más grande con la excusa de llevar materiales, sabía muy bien que lo que en verdad querías era transportar a los ancianos y los niños. O también está la vez que tuviste que congelar a Tsukasa, todo el tiempo siempre lo supe. Sabía que al igual que todos, también fue difícil para ti.

Tú siempre estuviste pensando en proteger a los demás al igual que yo.

Aquella vez en la isla del tesoro, en donde me petrificaron por primera vez; o la vez que casi muero por el enfrentamiento con Stanley en nuestro viaje a América, juro que pensé que moriría.

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