El escandaloso ménage à trois de lord Horatio Nelson, lady Emma y sir William.

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     Más adelante, siendo amante del baronet Henry Fetherstonhaugh (1754-1846), amigo cercano del heredero de la Corona, eran apoteósicas las fiestas que este organizaba en Uppark y en la que terminaba prestándosela a sus colegas, después de que Emma bailara desnuda sobre la mesa. Pero quedó embarazada de su primera hija y Henry la abandonó.


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     Charles Greville (1749-1809), segundo hijo del conde de Warwick y sobrino de sir William Hamilton (1730-1803), se hizo cargo de ella con la condición de que entregase a la bebé al cuidado de otra persona. Estuvieron juntos durante bastante tiempo y cuando se aburrió de Emma se la endosó a su tío bajo engaños —la joven creía que iba a Nápoles de paseo, pero la intención de su protector era que sir William lo reemplazase—, con quien al final contrajo matrimonio.

     Pero avancemos unos años. Nápoles, que en la guerra contra la Francia revolucionaria se había situado del lado de la coalición, corría peligro de represalias. La única defensa con la que contaba era la flota de lord Nelson, que todavía continuaba allí reponiéndose de las heridas que había sufrido en la batalla del Nilo y en la que había acabado con la flota napoleónica. Austria le aconsejó al rey Fernando de Nápoles que abandonase el reino a escondidas con la ayuda de los ingleses y lady Emma fue la que sirvió de enlace entre el contralmirante Nelson y el soberano. Esta misión la hacía sentirse imprescindible y alentaba sus ínfulas de grandeza.

     Debían partir a escondidas del pueblo, pues temían que se sublevaran ante tal deserción. Así que los Hamilton y lord Nelson salieron de paseo y le pidieron a la servidumbre que preparara una cena para dentro de dos horas. Se presentaron un rato en la fiesta organizada por el representante del Gran Turco y luego sir William y lady Emma se subieron a un bote para embarcar en el Vanguard. Un total de dos mil refugiados se repartieron entre las naves británicas. Mientras, lord Nelson llegó a través de un pasaje secreto a las habitaciones de la reina María Carolina —hermana de la guillotinada María Antonieta—, donde lo esperaba la familia real al completo, y también los embarcó en su navío principal.

     En Palermo, la ciudad donde se refugiaron, lord Nelson volvió a alojarse en la casa del matrimonio Hamilton, situada al lado de los jardines de la Flora Reale. El escándalo estaba servido, pues se trataba de un ménage à trois  plenamente consentido por el marido y que desconcertaba a los visitantes. Lady Emma, además, trataba de figurar involucrándose en la toma de decisiones políticas y diplomáticas y el rey Fernando de Nápoles en algún momento la amenazó con tirarla por la ventana si se seguía entrometiendo.

     Pronto los Hamilton y lord Nelson se mudaron a un sitio con más comodidades, el palazzo  Patagonia. Emma organizaba reuniones y empezó a jugar grandes sumas de dinero a las cartas y a beber brandy  sin control. Cuando Austria le declaró la guerra a Francia y los revolucionarios se empezaron a retirar de Nápoles, Emma y sir William se embarcaron en el Foudroyant  de regreso a su ciudad con la misión de restaurar el orden. Daba la impresión de que el anciano caballero estaba actuando por delegación del rey Fernando más que como embajador británico. Lady Emma se sentía la representante de la reina María Carolina: la acosaban con recomendaciones de misericordia y escribía instrucciones para la represión de los jacobinos.

     Una vez organizado esto volvieron a Palermo, donde Emma fue considerada una heroína por la reina. Los recibieron con salvas de cañón y a la antigua cortesana la colmaron de diamantes. A lord Nelson lo premiaron con el ducado de Bronte y Fernando le regaló la espada de su padre Carlos III. A estas alturas el trío llevaba meses viviendo juntos en las mismas casas o en los mismos barcos y aparecían las caricaturas de los tres en la prensa londinense. Se decía que Emma hacía cometer tonterías a lord Nelson, que tenía abandonado a su viejo marido, que era adicta al juego.

   La caricatura de la época que hay debajo muestra a sir William distraído con sus antigüedades. Encima hay una pintura de lady Emma al lado de la de lord Nelson. Luego el volcán Vesubio y el anciano marido muy lejos de los dos.


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    El escándalo tuvo consecuencias y pronto Emma Hamilton se convirtió en el Enemigo Número 1 para el Almirantazgo. Lord Nelson fue apercibido por sus superiores y lo destinaron a la flota del Canal y sir William perdió la embajada. Emma, además, estaba embarazada de su segunda hija. 

     Así, el anciano regresó a Inglaterra como un cornudo, acompañado de la esposa infiel y del amante de esta, padre además de la bebé que esperaba. Llegó un momento en el que la esposa de lord Nelson —harta de las murmuraciones y de que su marido elogiase a Emma en las cartas que le enviaba— le recordó que ella nunca le había sido infiel, pero de nada sirvió porque nunca volvieron a vivir juntos. El nacimiento de Horatia, resultado de los amores de la pareja, fue la causa final de la ruptura del matrimonio. Si bien hacían figurar a la niña como adoptiva para que se mantuviera al margen de las malas lenguas, la paternidad del héroe era un secreto conocido por todos ya que, encima, físicamente era muy parecida a él.

     Añadido a esto, Nelson cada vez se mostraba más posesivo y más celoso de Emma. Se negó a que el príncipe de Gales fuese invitado a la mansión de Picadilly en la que los tres vivían. No se le podía reprochar demasiado en vista de cómo era el heredero de la Corona y de que además había manifestado que lo atraía Emma Hamilton. «Sir William debe de estar loco si intenta dar a su mujer la reputación de prostituta del príncipe», escribía en una carta lord Nelson. Asimismo, decía que el heredero solo visitaba casas de mala reputación. «¿Acaso sir William quiere que hagas de puta con ese pillo?», ponía en una misiva dirigida a Emma. Para ser honestos, sir William prefería la compañía de Nelson a la de su esposa, aunque el héroe a veces también sentía celos de él.

     En determinado momento lord Nelson, cansado de seguir a los Hamilton de una vivienda a otra y de un hotel a otro, compró una casa —Paraíso Merton, la llamó Emma— en la que los tres se instalaron junto con Horatia. Allí sir William murió en brazos de su esposa en 1802, mientras lord Nelson le sostenía la mano. Y poco después a este le fue dado el mando de cuarenta naves por el primer ministro Pitt, siendo el Victory  su buque insignia.

     Antes de morir en Trafalgar, lord Nelson dejó esta carta:

     «Si pudiera haberla yo mismo recompensado por estos servicios, no se lo pediría a mi país, pero puesto que no me ha sido posible, dejo a lady Hamilton como legado a mi rey y a mi país, para que se le conceda una ayuda económica suficiente para mantener su rango. También dejo a beneficio de mi país mi hija adoptiva, Horatia Nelson Tompson, y deseo que en el futuro únicamente use el nombre de Nelson. Estos son los únicos favores que pido a mi rey y a mi país en el momento en que me dispongo a entrar en combate».

     Pero hicieron caso omiso de su última voluntad: Emma terminó en la prisión de King's Bench por deudas junto con su hija y huyeron de ella cruzando el Canal de la Mancha. Murió en 1815 mientras intentaba volver a Inglaterra.

     Si deseas saber más te recomiendo:

—El libro Lady Hamilton, de Valentí Puig (Editorial Planeta, 1994, Barcelona).

Beloved Emma. The life of Emma Lady Hamilton, de Flora Fraser (Weidenfeld & Nicolson, 1986, Londres).

England's mistress. The infamous life of Emma Hamilton, de Kate Williams (Random House, 2006, Londres).

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