le envío saludos [cinco]

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universo alterno

El ostentoso operativo de celos repicó en su mente simultáneamente

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El ostentoso operativo de celos repicó en su mente simultáneamente. Como un juego de azares del que no ha querido ser participe gracias a la entrada de ese sentimiento viscoso en el pecho.

Kakuchō arrugó la cara de manera cómica y Ran se ríe sin querer. El teléfono se le resbala cayendo en su regazo, se toma de la barriga y recupera el aire perdido, gozando todavía de las muecas ambiguas del joven a su lado.

¿Con qué culpa el Haitani abría la bandeja de entrada y se encontraba con lo típico de los últimos días? Se suponía que la ironía y la comedia podían caber sin molestia en un mismo frasco de mermelada así dulzón para equilibrar las malas vibras expandidas, desde sus brazos cruzados tras el cuello hasta la figura abstracta de su cicatriz y los labios arrugados.

—Ay vamos.

—¿No le dijiste que estamos saliendo?

Se le seca la boca de inmediato. Pretendiendo digerir la incógnita con facilidad, disimulando que era agua y no tierra con arena picante a lo largo de su garganta. Nunca ha estado más claro. Primera vez que se sacó el tema con paracaídas acolchonado incluído en la travesía de la conversación. “¿Estamos saliendo?” por ahí debía de comenzar. Pero no; era una cosa más obvia. Una pregunta retórica. Seguro, preciso, conciso, concreto, llano, plano.

Ran sonríe nervioso. Gira despacio, mientras se muerde el labio a propósito jugando con los desvíos de la conversación y a Kaku un borgoña le adornó la cara, hasta que su ojo se entremezcla con su tono de piel brillante.

—Es un buen momento para eso. ¿Salimos?

El otro finge retomar su posición en el tablero. No había jaque mate en la línea de los hechos.

Ran tenía la espalda apoyada contra la pared sentado en el suelo. Una pierna pegaba con su pecho y la derecha estaba estirada, dándole un aspecto más juvenil del que posee. Kakuchō por su parte, estaba acostado a su lado con los brazos cruzados detrás de su cabeza, viéndolo desde abajo y perdiendo el buen juicio. El cabello de Ran más sus ojos eclécticos sin color definido se le hacían demasiado bonitos.

Jugaba sucio.

—No cambies de tema. Jodido imbécil, siempre inoportuno –termina diciendo con ferocidad, expresando con simples palabras lo mal que le caía el otro intermediario de los mensajes.

Ran vuelve a reír, carcajadas estridentes que se tornaron más disimuladas en ese instante. Kakuchō intentaba no perder los estribos de su posición, aunque el sonido proveniente de Ran, su risa, le aflora un sistema de campos coloridos dentro de su bendito cuerpo.

—Déjate de tonterías. Por supuesto que lo sabe –se recuesta a su lado, nervioso. Es como si le estuviera dando la razón a Kaku con un tema que antes ni habían hablado. ¿Salir? ¿Realmente eso hacían?– Sanzu está siendo bastante intenso. Es todo.

Instupendo ━ RanKaku ZoneOù les histoires vivent. Découvrez maintenant