Capítulo 36. Felicidad indefinida.

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- En realidad sí, podemos ir a comer algo ahora si quieres - dice y casi suspiro aliviada. Casi, porque lo que dice después casi me hace querer estar muerta - O puedo dejarte en la galería para que puedas comer a tu esposa personalmente.

¿Por qué le gusta tanto avergonzarme?

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Ya estaba anocheciendo cuando finalmente Marina decidió parar de andar por el centro comercial y decidió volver a casa. Según ella, sus pies la estaban matando. Si supiera que los míos también. Pero imagino que para ella debe ser peor, después de todo, tiene una persona creciendo en su vientre.

He tenido recuerdos de estar embarazada de Louis, varias veces. Conozco la sensación de tener un niño dentro de mí, pero gracias a Dios no recuerdo haber sufrido los dolores y la fatiga. Imagino que para Amelia debe haber sido una pequeña tortura verme quejando de dolor todo el tiempo.

Ahora me imagino cómo será cuando ella este embarazada de nuestro segundo hijo.

Voy a ser lo más cuidadosa posible, tratarla con todo el cariño y amor del mundo. No quiero verla sufrir por dolores o cosas así. También espero que sus vómitos no sean frecuentes. ¡Cielos! Ella no está embarazada y ya estoy fantaseando acerca de todo esto. Pero no puedo evitarlo.

No puedo esperar a verla llevando nuestro bebé.

Seré la madre y la esposa consentidora del mundo. Eso es un hecho.

- Tu esposa ya está en casa - Marina comenta y rápidamente miro hacia el garaje de mi casa, donde el coche de Amelia está aparcado detrás del mío.

Una sonrisa aparece en mis labios, la eche de menos. Es bueno volver a casa y encontrarla, no soportaría esperar a que llegara.

- Menos mal.

- ¿No puedes esperar a realizar las cosas que estaban hablando en los mensajes? - la miro aterrorizada. ¿Leyó algo? - Ni siquiera me mires de esa manera, te conozco bien, conozco a tu esposa. Ustedes dos son unas pervertidas.

- ¡Hey!

- Sabes que no miento - suelta el cinturón de seguridad, riendo. Reviro los ojos - Tal vez debería convertirme en lesbiana para saber que tan genial es tener una vida sexual activa de esa manera como ustedes dos.

¡Es maravilloso!

- ¿Por qué no lo intentas? - la miro picandola.

- Tal vez porque estoy embarazada - apunta su vientre -  Y porque amo mucho a mi marido. Pero si el sugiere que le gustaría verme con una mujer, tal vez lo haga. Por él.

- Por él, ¿verdad? Sí claro.

- Cállate - quita el seguro y abre la puerta - Quita esa sonrisa de tu cara.

- No hay ninguna sonrisa aquí - me defiendo rápidamente y salgo del coche. Cierro la puerta y ajusto mi ropa, miro a Marina que me ve con recelo - ¿Me vas a estar viendo ahora? Eres tú la que tiene curiosidad sobre el sexo lésbico.

- Son las hormonas del embarazo - rebate en defensa.

- Por supuesto que sí - murmuro y ella abre y cierra la boca, buscando que responder. Cuando no consigue decir anda, Marina revira los ojos y bufa, caminando hacia mi casa.

Pongo las manos en los bolsillos y observo a mi mejor amiga caminando a la puerta principal de mi casa.

Sí ella supiera que el sexo lésbico es maravilloso, no le gustaría otra cosa.

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Retiro mis zapatos y el abrigo que llevo, lo cuelgo enseguida. Voy a la sala, pero paro en mi lugar al ver una Marina inclinada en el sofá. Me acerco intrigada, pero entonces puedo ver lo que está haciendo. Amelia duerme tranquila en el sofá, su boca está entreabierta y Marina empuja algo allí.

Stupid WifeWhere stories live. Discover now